jueves, 3 de marzo de 2011

Nácar en la Cocina

Conseguir de algo sencillo algo sublime no es tan fácil.

Eso es precisamente lo que logra L. cada vez que prepara una guarnición de arroz blanco.

Tras pedirle su receta y utilizarla cada vez que tengo ocasión, puede decirse que estoy en camino de conseguirlo.Para quién quiera molestarse en lograr otro tanto aqui van los pequeños detalles que hacen de lo bueno, lo mejor.

En una cazuela de culo ancho echar un chorreón generoso de aceite de oliva virgen. Calentar. Echar un ajo o dos, dependiendo del tamaño y del sabor que queramos aportar, laminado y dorar. Conviene que el fuego esté vivo pero no al máximo, porque el ajo se puede quemar fácilmente. Mientras tanto habrás medido el arroz por persona. Una máxima dice 'puñado y medio por persona y uno cada dos'. Como lo de 'los puñados' es muy relativo, también puede medirse una ración de 150grs x persona, o 200 incluso si no te importa que sobre; pues una de las ventajas de esta manera de preparar el arroz, es que se conserva durante horas igual de bueno.

Salteáis el arroz en la cazuela, procurando que queden todos los granos empapados del aceite. Eso lo conseguiréis dándole unas cuantas vueltas. Cuando veáis que está todo el arroz empapado llega el momento de añadir el agua.

Y ahora vamos a lo más esencial, que no es otra cosa que la proporción de arroz/agua. 

Una vez que hayáis medido la cantidad total de arroz que váis a preparar, pensad que la cantidad de agua en la que se va a hervir el mismo es de 'vez y media'. Con una jarra medidora es muy sencillo de calcular. Así pues, si hacéis para dos personas (pensando que va a sobrar) 400grs de arroz, tenéis que medir 600grs de agua, si hubiéseis calculado 300 grs de arroz, en el vaso medidor pondríais 450grs de agua. Este es el primer gran paso que no os podéis saltar.

Ahora viene otro gran secreto, conviene que el agua (ya salada) esté hirviendo. Para eso, podéis echar mano del micro, o tener en otra olla el agua ya caliente. ¿Por qué? Muy sencillo, para que al verter el agua en el arroz se inicie el proceso de ebullición lo antes posible. Os confesaré que yo suelo saltarme este paso y echo el agua directa, con la temperatura del grifo.

Volvamos a la olla. Una vez que hemos echado el agua hirviendo en el arroz, lo removeremos bien un par de veces y lo taparemos. El fuego estará al máximo. Ojo: en cuanto veamos que rompe a hervir lo removeremos por última vez, para que no se quede ningún grano pegado al fondo, lo taparemos de nuevo y le bajaremos el fuego prácticamente al mínimo, de tal manera que hierva muy poco a poco.

A Los diecisiete-veinte minutos destaparemos la olla para comprobar que el arroz está cocido en su punto y no queda nada de agua. Si acercamos el oído escucharemos un suave 'cri-cri', éste es el momento de apagarlo.

Apartáis la olla del fuego y la dejáis ahí, tapada, hasta el momento de servir. Si lo habéis hecho bien éste será el resultado:

-El arroz estará en su punto de cocción. 
-Los granos estarán brillantes como el nácar y sueltos.
-Aprovecharéis hasta el último grano de arroz, puesto que no estará pegado ni quemado.
-Te chuparás los dedos y repetirás porque está buenísimo.
-Y si lo compartes, seguro que te felicitarán.

P.S.: No olvidéis que, si os sobra, se conserva durante horas igual de bueno.
Este día no me salió muy vistoso, pero sí muy rico. Me despisté con el ajo y lo tosté demasiado, y se me coló un pelillo de azafrán gracias a la cuchara de remover que, a la sazón, compartía con otra comida.

2 comentarios:

  1. Eso tiene que estar rico...ya te contaré porque pienso probar

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  2. Te aseguro que la foto no le hace ninguna justicia al aspecto final del arroz. A ver si la próxima vez que lo haga no se me quema el ajo y puedo sacar una fotografía mejor enfocada. Sea como fuere, tu sigue los pasos y ya verás que rico te sale.Y luego me lo cuentas, claro. jeje :)

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