martes, 8 de marzo de 2011

En este día gris, saturado de polvo amarillo

   En este día gris, saturado de polvo amarillo, observo desolada que, tal y como había previsto, las dos horas de ayer dedicadas a la insustancial tarea de barrer terrazas se han ido al garete.

    Si ya lo sabía ¿por qué lo hice? os preguntaréis; la respuesta obvia, aunque no tanto como pudiérais pensar, es que lo hice pensando en la alérgia que algunos de los moradores de esta casa pasean. En un vano intento por evitar que el escurridizo polen,  camuflado en las suelas de los zapatos, entrara en casa.

   Últimamente me he unido al clan y, añadiéndose a la caterva de malfunciones de mi organísmo, he aportado al mismo 'asma'. Es algo reciente, tanto que aún me tengo que concentrar para hacer las inhalaciones correctamente. Esta mañana, por ejemplo, se me fue el santo al cielo y de que me dí cuenta no había aspirado al tiempo que pulsaba el inhalador, así que ante la ignorancia de saber si debía repetir la operación o no, contuve el aliento después, tanto como me fue posible, como si de un ejercicio de natación se tratara.

   Y hablando de nadar, una de las pesadillas que he tenido esta noche- suelo tener una o dos, dependiendo de lo fructífera que sea la noche-, tiene que ver con el mar.

   Me encontraba de viaje en un pueblo costero. Eramos un grupo variopinto de turistas. Estábamos en una playa. Mientras admirábamos la inmensa bahía, observé a lo lejos, rayando el horizonte, un cúmulo de nubarrones que se desplazaba a gran velocidad en nuestra dirección. A mi lado había una mujer en avanzado estado de gestación. No había tiempo para marcharse del lugar, así que le dije que se quedara a mi lado y que hiciera exactamente lo que yo. Me miró extrañada, pues el día estaba soleado y nada le hacía confirmar lo que le decía. La inquietud que vió en mí y la formación de olas repentinas, la hizo decidirse.
  Estábamos las dos detras de un muro, y con los conocimientos que mi padre me había inculcado en mi niñez, ibamos sorteando el embate de las mismas. Cambiabamos nuestra posición respecto a la pared y el mar, para evitar no sólo el empuje sino la resaca que provocaban al retirarse mar a dentro. Así estuvimos un buen rato, logrando sobrevivir por el momento.
   Aprovechando el margen que el mar nos daba hasta la llegada  de la gran ola, nos llegamos hasta el pueblo más cercano.
  Todas las casas, todos los locales estan cerrados. Llamámos pero no nos quieren abrir. Miro por las ventanas de una taberna. En su interior las familias reunidas esperan la llegada del tsunami. Los lugareños están acostumbrados y saben como actuar. Insisto en mi llamada de socorro. Tal vez ven a la mujer embarazada que hay a mi lado, no estoy segura. Acceden a abrirnos y dejarnos entrar.
   La chimenea está encendida y la televisión funcionando, aún así se palpa en el ambiente la angustia de la espera. La mesa que me asignan está al fondo del local. Estoy sentada sola. A mi lado hay un ventanal alargado que va desde el techo hasta el suelo. Espero. Veo como la ola gigante se va acercando. Advierto a todos los demás. Les aconsejo que se inclinen y se protejan la cabeza con los brazos y que llegado el momento cojan todo el aire que puedan. Imagino que el ímpetu de la ola hará estallar el ventanal.
   La hija de los propietarios del local se levanta precipitadamente y ante la mirada expectante de todos rompe el gigantesco cristal. Mi primer pensamiento me dice que ha hecho bien, que sabe lo que hace, y ha evitado que su estallido nos hiera.
   Mientras tanto el agua, llega. Al no encontrar ninguna oposición, entra a raudales en el local otrora sellado. Lo inunda en pocos segundos. Muy pronto me quedo sin aliento. Entonces soy consciente de que la muchacha al haber roto la ventana nos ha quitado unos instantes preciosos de aire.
   Me ahogo y sé que nadar hacia el techo es inútil, allí no se formará una campana de aire. El agua todo lo anega. Me asfixio.

   Despierto y sigo sin poder respirar apenas.
   A través de la terraza me llega el golpeteo de una persiana. Respiro muy rápido y me digo a mí misma que es por culpa de la pesadilla que acabo de tener. Me levanto y descalza salgo a la terraza. Me recuerdo que ésa no la barrí por la mañana, que se me llenaran los pies de polen. Hay  fuertes rachas de viento pero la temperatura de la noche es sorprendentemente agradable. No siento frío. Cierro la persiana que creo que golpea y regreso a la cama.
   Sigo teniendo la respiración agitada. No me decido a usar de nuevo el inhalador. Me digo que en cuanto vuelva a dormirme se me pasará.

   A los pocos minutos ya estoy inmersa en otro sueño. Nada que ver con el anterior pero éste también deriva pronto en otra pesadilla.


   Hoy es un día gris, saturado de polvo amarillo. 
    Debería ponerme a barrer terrazas pero con el viento que hace esa tarea, de momento, es imposible.

4 comentarios:

  1. Bueno....felices sueños para los próximas días. No siempre es todo tan intenso y angustiso. ¡Me has puesto el corazón en un puño!!
    Bien!!!!

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  2. Gracias Antonia!!

    Lo cierto es que antes me tomaba más a pecho eso de tener tantas pesadillas, pero a base de repetir, y repetir, y vuelta a repetir, estoy hoy por hoy resignada.
    No deja de sorprenderme como la mente es capaz de formar cocteles nuevos, noche tras noche, cuyos ingredientes son instantes de nuestra realidad.
    Las veces en que los recuerdo nítidamente como hoy, me entretengo en buscar sus bases. En este caso, te puedo contar que estaba relacionado con un reportaje que ví ayer o antes de ayer en televisión sobre un tsunami que hubo en Chile, hace exactamente un año. Si a eso le añades que estos días en que los pinos estan en plena polinización y yo ando cargadita de bronquios, le voilà, 'redondo y con asas'.
    Lo único que no me cuadra es lo de la mujer embarazada, no tengo ni la más remota idea de dónde ha salido.

    Un besito y gracias por pasarte por aqui. :)

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  3. Espuma en los sueños el agua es nuestra propia psique.....si el agua es limpia, será tranquilidad....si está recuelta o sucia...será conflictos...al menos en mi el resultado siempre ha sido así......
    ¿la mujer embarazada?....un proyecto que se gesta y con el que estas preocupada o del que debes ocuparte y hacer que llegue a buen puerto.....
    Tambien yo tengo sueños intensos y suelo recordarlos...e incluso en ocasiones intentar interpretarlos...siempre me dice algo...

    Mil besos Aspuma...

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  4. Tomo buena nota de tus interpretaciones de 'el agua' y 'la mujer embarazada'.
    Lo cierto es que ayer, ante la catástrofe ocurrida en Japón, no pude menos que acordarme de este sueño.
    Mil besos para ti Galatea.

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