Me enfrento a él con pose concentrada, hay que ir descolgando por orden los accesorios que lo conforman. Empezaremos por las figuritas chinas, esas que ya tienen más de veinte años. Qué buen resultado dieron, compradas en una tienda de las que entonces se llamaban "todo a cien" han dado un resultado estupendo, quien lo hubiera dicho. Después vienen las bolas. Hagamoslo con orden, primero las rojas (las más numerosas) luego las blancas. Y ya por último las cien bombillitas de colores. Esas si que se las traen. Díficiles de colocar, difíciles de quitar. Una tarea que requiere paciencia y algunos resoplidos, porque se enredan entre sí muy fácilmente. Y luego viene lo peor: meterlas en la caja con base de corcho blanco, con las cien muescas correspondientes. Primero las dejo estiradas en el suelo, desenredadas, me siento en una silla y con el primer suspiro coloco en su sitio la primera bombilla, ésta es de color verde. Sigo el recorrido serpenteante de la plantilla colocando luces y apretujando cable retorcido. Ya llevo una cara, ahora toca ir a por la segunda mitad. Requiere una concentración suma dar la vuelta a la plantilla con las cincuenta primeras bombillitas ya colocadas. Contengo el aliento. lo conseguí!!!! Ya estan todas en su sitio, ahora solo falta meterlas en la caja. Es la última prueba y mientras la realizo rezo una plegaria. Esa tristeza que poco a poco me ha ido invadiendo mientras desmontaba el árbol, de pronto ha desaparecido, pues vino L. diciendo que ella se encargaba del Belén y F. asomó con una escoba y una pala para recoger las agujas que del pino habían caido. De pronto estabamos los tres desmontando lo que a finales de diciembre con tanta impaciencia habíamos estado adornando. Telón para la Navidad, mucho más alegre con tres que con uno.
Hoy tocaba telón de Navidad en casa, y me he arriesgado a hacer un experimento: en lugar de estar una hora desenredando las doscientas bombillitas para meterlas en orden en la caja, como hago cada año (sí, doscientas, soy así d'exagerá), las he metido tal cual en la caja y dejo el desenredo para las próximas navidades. Porque en mi opinión se tarda más en meterlas y sacarlas de la plantilla de una en una que en deshacer los nudos. Ya te contaré en diciembre el resultado del experimento, que puede revolucionar la manera de enfrentarse al desmonte navideño tal como la hemos conocido hasta ahora ;-)))
ResponderEliminarY qué Viva la Revolusión!!! jejeje
ResponderEliminar(póngase acento mexicáno)
A mi me han adjudicado el Belén desde hace años, no sé por qué. Es pequeñito, la verdad, en el mueble del pasillo, pero no le falta detalle, ni montañas, ni oasis ni rio. Siempre me ha entristecido un poco. Este año la tristeza era otra y prescindimos de todo adorno. Para la próxima Navidad, ya se verá.
ResponderEliminarBesos.
De niña, cuando el abeto aún no había llegado por estos lares, me encantaban los belenes. Cuantas más figuritas y "cosas" tuviera mejor, me gustaba detenerme en cada "estampa" que lo componía, e imaginar, siempre imaginar: el pastor con las ovejas, las lavanderas en el río, el molino, el panadero cociendo pan en un horno, el río con los patitos, las montañas con palmeras, la senda de arena con los camellos, creo que me llamaban más esos montajes que el nacimiento en sí. Wara a ver si el año que viene me mandas una foto de tu belen y me haces soñar también. : )
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