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Cuándo de mi Málaga vengo, de mi manzanilla harta, con su pescaito frito, con su camarón de guardia, y me enfrento a esta niebla, a este pollo con arroz, suena a guasa, que una lágrima me baste para calmar mi añoranza.
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Subida en mi bicicleta, con el frío entre las nalgas, llega al calor de mi oído canciones de allí grabadas. El pedaleo acelero cuando los sones que siento me calan aún más que el tiempo. Y es al tatarearlos o al cantarlos al viento, cuando mi pecho se ensancha,
Cuándo de mi Málaga vengo, de mi manzanilla harta, con su pescaito frito, con su camarón de guardia, y me enfrento a esta niebla, a este pollo con arroz, suena a guasa, que una lágrima me baste para calmar mi añoranza.
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Subida en mi bicicleta, con el frío entre las nalgas, llega al calor de mi oído canciones de allí grabadas. El pedaleo acelero cuando los sones que siento me calan aún más que el tiempo. Y es al tatarearlos o al cantarlos al viento, cuando mi pecho se ensancha,
olvidando mi destierro.
A ritmo de malagueñas voy a cantar yo todo esto mañana, a voz en grito, mientras pedalee hacia el trabajo a las ocho de la mañana. Y si piensan que estoy loca, que lo piensen.
ResponderEliminar(ayns ninia que me estás haciendo llorar)
Me alegra un montón que te guste!! Lo escribí con todo mi cariño, que lo sepasss. Un beso bien fuerte!!!
ResponderEliminar¡Ay, cuánta morriña se levanta por aquí...! Besos a las dos, que un viaje a la nostalgia de cuando en vez no hace daño.
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