viernes, 25 de marzo de 2011

El Paraíso era una canción - Fernando Riquelme

   Anna vivía ajena a lo extraordinario. Su día a día la ocupaba por completo y no parecía caber en su vida nada más. Por eso fue una sorpresa. Se sobrevive gracias a las pequeñas cosas pero sólo se vive a través de las pasiones. Esa era en realidad la tristeza de Anna, tener la sensación de sólo sobrevivir. Necesitaba la ilusión y las emociones. Lo extraordinario. La pasión, si te acostumbras a no tenerla, provoca un efecto de adormidera que te convence de que no existe, de que no vale la pena. Se te van las ganas de todo y se afianza la visión conformista del sentido común. Y el sentido común es el mayor enemigo de lo extraordinario. (Pág.139)

-Cada uno tiene su propio nivel de necesidades -le dijo Néstor abrazándola-, cada uno está en su propio nivel..., hay que ser comprensivo... Cuando te parece que has llegado a lo más alto, resulta que debes empezar de nuevo.
Margarita se acurrucó en  sus brazos:
-¿Y en qué nivel piensas que estoy yo?
-Creo que estás en el nivel más alto, en el quinto nivel. En el camino hacia la autorrealización, hacia la independencia personal y la autonomía. Es como un tentetieso..., nos empujan por todos lados y siempre debemos caer de pie.
-Reflexionas demasiado sobre las cosas, Néstor, ¿no es mejor permitirse vivir, simplemente?
Néstor Vidal acostumbraba a interrogarse sobre todo, a cuestionar las relaciones entre las personas y su lugar entre ellas. Se imaginaba un mundo ideal con gente  madura y sin prejuicios que aceptara los hechos y solucionara los problemas. ¿Era acaso tan difícil? Las respuestas son la solución a las preguntas. Sin preguntas no hay búsqueda. Y sin búsqueda no hay inquietudes, ni emociones, ni pasiones ni placer:
-La aventura la necesitamos todos, querida. Es nuestra razón de ser... No se puede vivir de espaldas a la vida.
Margarita se sentía feliz junto a Néstor. Tenía otra forma de hablar, de pensar, otra forma muy distinta de ser. Estaba encantada de saber que nunca iban a ser más que amigos:
-¿Y cuáles son esos niveles que dices?
Néstor adivinó que su pregunta era para dejarlo hablar, para dormirse en su hombro. Tenía ganas de dar una conferencia y no le importó que ella se acurrucara:
-El primer nivel, querida, son las necesidades físicas. La alimentación y la salud, las exigencias básicas... Después siguen las necesidades de seguridad y de orden, lo que nos protege del miedo, lo que nos hace sentirnos seguros. El tercer estrato lo componen la pertenencia al grupo, el amor, el afecto y la intimidad sexual... El cuarto son las necesidades de logro, el respeto, la aprobación, el sentirse bien situado en el mundo... Y el quinto nivel son las necesidades de creatividad y de autorrealización, la autonomía, la independencia y la energía creadora... Nuestro nivel de necesidades se puede dibujar con una pirámide, la llamada Pirámide de Maslow. Estar arriba no es garantía de nada, pero estar abajo es un desastre. (Pág.165)

No hay comentarios:

Publicar un comentario