En cierto modo, Charlie empezaba a disfrutar de la notoriedad que le otorgaba ser el tipo de la niña guapa y los dos perros gigantes. Cuando uno se ve obligado a manetener una identidad secreta, no puede evitar que le agrade recibir un poco de atención pública. Y a Charlie le agradaba hasta un día en que, yendo con Sophie, en una bocacalle de Russian Hill, le paró un barbudo vestido con un largo caftán de algodón y un gorro de punto. Sophie era lo bastante mayor como para andar sola, pero Charlie iba siempre equipado con una mochila para llevarla cuando se cansaba de caminar (aunque con más frecuencia se limitaba a sostenerla en equilibrio mientras ella montaba a lomos de Alvin o Mohamed).
El tipo de la barba pasó demasiado cerca de Sophie y Mohamed soltó un gruñido y se interpuso entre el hombre y la niña.
-Mohamed, ven aquí -dijo Charlie. Resultó que a los carcerberos se les podía adiestrar, particularmente si solo se les decían cosas que iban a hacer de todos modos. (''Come, Alvin. Buen chico. Ahora, haz caca. Excelente'').
-¿Por qué ha llamado Mohamed a ese perro? -preguntó el de la barba.
-Porque se llama así.
-No debería haberle puesto Mohamed.
-Yo no le puse Mohamed -repuso Charlie-. Ya se llamaba así cuando lo compré. Lo ponía en su collar.
-Es una blasfemia llamar a un perro Mohamed.
-Intenté ponerle otro nombre, pero no me hacía caso. Mire, Steve, muérdele la pierna a este señor. ¿Lo ve?, nada. Spot, arráncale la pierna a este hombre. Ni caso. Es como si le hablara en farsi. ¿Ve usted adónde quiero ir a parar?
-Pues yo le he puesto Jesús a mi perro. ¿Qué le parece?
-Pues que lo siento mucho. No sabía que hubiera perdido usted a su perro.
-Yo no he perdido a mi perro.
-¿En serio? He visto un montón de anuncios por toda la ciudad en los que ponía:''¿Has encontrado a Jesús?''. Será otro perro que se llama Jesús. ¿Ha ofrecido recompensa? Una recompensa ayuda, ¿sabe usted? -Charlie había notado que últimamente cada vez le costaba más resistirse a la tentación de pitorrearse de los demás, sobre todo cuando insistían en comportarse como idiotas.
-Yo no tengo ningún perro llamado Jesús y a usted no le molesta porque es un infiel descreido de Dios.
- No, de veras, no puede usted ponerle a su perro el nombre que quiera y que a mí me dé igual. Pero tiene usted razón, soy un infiel descreído de Dios. Al menos, así voté en las últimas elecciones. -Charlie le sonrió.
- ¡Muerte al infiel! ¡Muerte al infiel! -gritó el de la barba en respuesta al irresistible encanto de Charlie. Luego se puso a danzar agitando el puño adelante de la cara del Mercader de la Muerte, cosa que asustó a Sophie, que se tapó los ojos y empezó a llorar.
- Pare de una vezz, está asustando a mi hija.
-¡Muerte al infiel! ¡Muerte al infiel!
Mohamed y Alvin se cansaron pronto de contemplar la danza y se sentaron a esperar que alguien les dijera que se comieran al tipo del camisón.
- Lo digo en serio -dijo Charlie-. Tiene que parar. -Miró alrededor, avergonzado, pero no había nadie más en la calle.
- Muerte al infiel. Muerte al infiel -canturreaba el barbudo.
-¿Ha reparado usted en el tamaño de estos perros, Mohamed?
- Muerte al... Oiga, ¿cómo sabe que me llamo Mohamed? No importa. Da igual. Muerte al infiel. Muerte al...
-Vaya, sí que es usted valiente -dijo Charlie-, pero la niña es muy pequeña y la está asustando, así que haga el favor de parar de una vez.
-¡Muerte al infiel! ¡Muerte al infiel!
-¡Gatito! -gritó Sophie al tiempo que se destapaba los ojos y señalaba al hombre.
- Ay, cariño -dijo Charlie-. Creía que habíamos quedado en que no ibas a hacer eso.
Charlie montó a Sophie a hombros y echó a andar para alejar a los cancerberos del muerto barbudo que yacía formando un apacible montón sobre la acera. Se había guardado el gorrito del hombre en el bolsillo. Desprendía un fulgor rojo y mortecino. Curiosamente, el nombre del barbudo no aparecería en su agenda hasta el día siguiente.
- ¿Lo ves?, es importante tener sentido del humor -dijo mientras le hacía a su hija una mueca bobalicona por encima del hombro.
-Papi tonto -dijo Sophie. (págs. 149-151)
¡ME ENCANTA ESE FRAGMENTO! (perdona los gritos, pero es que me encanta de verdad). ¿En serio que lo has sacado de un libro que existe? ¡Es genial, quiero leer más!
ResponderEliminar:)¡Me alegra carmenneke! Es de esas novelas que te tragas de un tirón, pero te tiene que gustar la sátira y sobretodo el absurdo.
ResponderEliminarA Christopher Moore se le compara a Terry Pratchett, Jonathan Swift y Mark Haddon. "Un trabajo muy sucio" es la segunda novela que llega a España, la primera "El ángel más tonto del mundo" tuvo mucho éxito; ésta es un poco más compleja y más surrealista si cabe. En todo caso, muy recomendables las dos.