martes, 22 de enero de 2008

Señorita - Juan Eslava Galán

68
LA SIERRA. CÓRDOBA
El coche de la Comandancia levantó una densa nube de polvo que fue a asentarse directamente sobre las lentejas con tocino. En una de las bandas laterales del automóvil, con letra vacilante pero de trazo firme, se leía:"Coche cojido a los fascistas a fuego y sangre por el terror de los Siete." A ambos lados del letrero había una estrella de cinco puntas y la hoz y el martillo.
Del automóvil se apearon un teniente con gafitas que llevaba una carpetilla en la mano y un atezado y robusto sargento.
_¡Atenta la compañía! _aulló el sargento y advirtió, mirando a dos comensales que continuaban charlando_: ¡A ver si tengo que liarme a hostias!
Fue mano de santo. La compañía guardó silencio.
_Venga, teniente _invitó el sargento, y cruzando las manos a la espalda se desentendió de la tropa para mirar al cielo como los toreros cuando cuajan una buena faena.
El de las gafas abrió la carpeta y extrajo un folio.
_Cosme Villanueva Repollo y Bartolomé Linares Matojo, de "Las Panteras de la Noche".
_¡Presente! _se oyó un dúo de vozarrones entre los olivos.
_¡Venid para acá. que tenéis trabajo! _ordenó el sargento.
Los milicianos se adelantaron remoloneando.
_Jacinto Bailén Montonera y Próculo Alcalá Peñazo, de la agrupación sindical "Los Sepultureros del Fascismo" _voceó el teniente.
_¡Aquí estamos! _respondieron dos voces.
_Se dice "presente" _corrigió el sargento_. Y venid para acá.
Salieron los aludidos, uno de ellos limpiándose la cuchara en la trasera del pantalón.
_Ciriaco Lahiguera Restrepo, de "Los Chacales de la Noche".
_¡Presente, mi teniente!
El chacal de la noche parecía más bien una ave desplumada, pero lucía en el cinto una pistolera formidable, aunque sólo guardara en ella un trozo de salchichón y un bote de aceite.
_Abundio Martos Lahaba, de "Los Higos del Amanecer".
_¿Los higos del amanecer? _se alarmó el sargento Cazalilla.
_Eso pone aquí, sargento, "Los higos del Amanecer".
_ ¡Los higos al amanecer están muy buenos! _comentó un guasón al fondo.
Una carcajada general acogió la ocurrencia.
_¿Quién ha sido, quién ha sido? _aulló el sargento Cazalilla lanzando inquisitivas miradas a los pelotones de dónde parecía venir el comentario_. A ver si voy a tener que meterle un correctivo al gracioso. A ver, mi teniente, permítame ver esos papeles.
Casi se los arrebató de las manos. El teniente le señaló lo que acababa de leer.
_ Ahí lo tiene, sargento, "Los Higos del Amanecer".
El sargento deletreó con dificultad. Al contrario que Garcilaso, estaba más versado en las armas que en las letras.
_Aquí pone hijos, mi teniente _dijo Cazalilla_. Lo he escrito yo mismo y conozco mi letra.
_Pues ha puesto usted higos.
_Mi teniente, no me diga usted eso, ¿no lo vé?: hijos.
_Es que hijos se escribe con jota y usted ha puesto higos, con ge. Y además sin hache, le falta una hache al principio.
Cazalilla se soliviantó.
_Y eso ¿quién lo dice, mi teniente? _Su actitud era respetuosa pero firme. El gafitas no tenía media hostia, aunque fuera su superior_. ¿Quién manda que hijos se tenga que escribir con jota?
_ La Real Academia de la Lengua.
_¡Me voy a cagar en todo lo que verdeguea! _El sargento se enfadó de verdad_. ¿Es que le va hacer caso a unos fascistas, mi teniente? Yo que llevo en la CNT toda la vida y que me estoy batiendo el cobre con los fascistas desde que empezó el jaleo he puesto ahí hijos con ge ¿me va usted a quitar la autoridad delante de la tropa?
_Bueno, bueno _aceptó el teniente conciliador_, a ver, ¿dónde está Abundio Lahaba de la agrupación "Los Hijos del Amanecer".
_Aquí, mi teniente _se presentó un miliciano.
_Pues ya están todos _concluyó el teniente.
_Me sigan _ordenó el sargento.

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