miércoles, 30 de enero de 2008

La Sombra empuja, el faro espera.

El camino se adivinaba abierto. Sólo había que echar a andar.

El límpido cielo florecía su sombra animándola a perseguirla, a iniciar el sendero.

La brisa mecida susurraba, era la armónica melodía que trataba de leer al tiempo que miraba la punta de sus botas.

En el calendario era invierno, el termómetro lo desmentía.

Las piedras esparcidas en la orilla se escindían, arrastradas por una ola de voluntad que la empujaba a caminar.

Se regodeó en el paisaje conocido y recordó.

En el viejo tronco hueco le contó su secreto, en la roca traicionera se tropezó -él le consoló-, a la sombra del pino retorcido compartió su bocadillo y fue en el minúsculo embarcadero donde, dormidos, cogieron una insolación. Entre la mullida arena perdieron el reloj, y en las frías duchas salpicaron a bañistas, distraidamente, en plena competición. Más allá, rodeando la escuela náutica, encaraban los paseos al caer la tarde. Era entonces cuando las voladoras marinas gritaban al viento lamentos a los que no prestaban ninguna atención. Escogían entre los yates sus favoritos e imaginaban travesías aviésas y temporales bravíos. Y al subir luego la pequeña rampa llegaban al tramo final, un limpio camino de hormigón entre mares y, como premio, un pequeño faro encalado y verde, muy familiar. La pequeña escalera para subir a lo alto, de fácil acceso, les empujaba como a grumetes a un palo mayor. Desde allí, solos y dueños, callados, imaginaban que siempre, siempre, sería el punto de comunión.

Sí. La sombra empuja, el faro espera, sin cáliz.

lunes, 28 de enero de 2008

Marea - Que se Joda el Mar

Ponte el moño apretao, sirena, que se joda el viento,
rompe las horquillas de espuma,
y déjame que te remache sonrisas de hierro
de ésas que disipan las brumas,
y sé que entre los males nos lloverán cristales,
yo iré descalzo y tú desnuda,
al son del amor del ronco tambor que toque la luna.

Vamos a trepar a la copa de este sol de enero,
y a hacer un nido en su ramaje,
y allí reírnos viendo como a cada minutero
se lo devora el oleaje,
que cuando entre mis brazos resuenen cañonazos
yo iré perdido entre tus dunas
dejándolo todo, quemando los tronos donde reinen dudas.

Y báñate en mis ojos, que se joda el mar
que quiera mecerte a su antojo,
si no somos nadie a nadie va a encontrar,
y si a las heridas quiere echarles sal
sólo va a encontrarse cerrojosy las cicatrices de la soledad.

Coge resina para untarnos poco a poco el cuerpo,
por si vuelve la ventolera,
y mientras tanto, entre los huecos que nos deje el tiempo,
deja volar tu cabellera,
que si a nuestra locura vuelven nubes oscuras
nos cogerán frente con frente y codo con codo,
cada vez más solos, rodeados de gente.

Y báñate en mis ojos, que se joda el mar
que quiera mecerte a su antojo,
si no somos nadie a nadie va a encontrar,
y si a las heridas quiere echarles sal
sólo va a encontrarse cerrojos
y las cicatrices de la soledad.


domingo, 27 de enero de 2008

Elfriede Jelinek - Deseo

"Del supermercado desbordan las mercancías que mantienen presas a las personas. El sábado, el hombre debe actuar de pareja y ayudar a recogerlas en las redes, y los pescadores cantan. Entretanto, el hombre ha aprendido esta forma sencilla y malvada de hacer las cosas. Mudo, vaga por entre las mujeres, que pagan su calderilla y combaten el hambre. ¿Cómo van a llegar dos personas a esta unidad, si ni siquiera se pueden cerrar las cadenas humanas por la paz? La mujer se ve acompañada, los paquetes y bolsas son cargados sin bronca ni tumulto. De este modo el director se acomoda entre la gente, les quita el sitio y controla lo que se compra, aunque eso sería tarea de su ama de llaves. Él, un Dios, vaga por entre sus criaturas, que son menos que niños y sucumben bajo tentaciones más ilimitadas que el mar. Mira en los carritos de los demás, y también en los escotes ajenos, en los que se ladran testarudos enfriamientos y deseos testarudos se mantienen ocultos bajo los pañuelos. Con frecuencia las casas son frías y húmedas, tan cerca del río. Cuando ve a su mujer, cuya mano titubea dentro del frigorífico sobre toda aquella mortandad, hasta alcanzar un paquete transparente, cuando ve su escasa presencia física, su hermoso vestido, le asalta una terrible impaciencia por hacer sentir su peso en carne[...]Él se retrasa un poco al llegar a la caja, y abarca el bostezante vacío de su propiedad, ante la que las mercancías eran hombrecillos. Bailan a su alrededor varios empleados del supermercado a los que ha arrebatado los hijos, unos para la fábrica, los otros porque ahora tienen que emigrar o entregarse al alcohol.¡El tiempo se le hace demasiado largo a este Señor!
Las bolsas de la compra, que han cumplido su misión, susurran por el suelo del vestíbulo, impulsadas por las patadas del director. A veces, en furiosos ataques de ira, patea de tal modo la comida que la manda por los aires. Entonces, arroja a la mujer sobre el lecho de productos y completa la imagen con ella... "(págs. 69-70)
"Los grandes, que ya van a la escuela del beneficio, no hacen sino preocuparse por el sector público, que cuelga pesadamente de nuestros monederos como este director de las bolsas de leche de su esposa. Por parte de sus propietarios se le ha dado a entender que los consorcios, tan magníficos en su codicia como en su ira, gustarían de jugar con los habitantes del pueblo una partida de cartas sobre su vida. Los hijos de los postergados aprenden pronto por qué lado se unta el pan: ¡Siempre hay que tener bien juntas las finas rodajas de la guarnición! Para que a la Caja de Ahorros para la Construcción le merezca la pena desembolsar la superprima. Y quizá el director pueda jugar también, y cantar además.
Él tiene otras preocupaciones, porque nadie soporta la vida en solitario. Él lleva en lo alto la raya del pelo, y en lo bajo el vellón de sus genitales, que va a regalar a su mujer hasta que le brillen los ojos, ¡ya verás! Su elevada renta mensual derrama una alegría inextinguible sobre su cabeza embotada por la bendición del dinero. ¡Pero a nosotros, figuras de siervos, nos han reconocido! Nos han reconocido y apreciado, porque en las profundidades hay vida, y la gente afluye a la taberna. Pronto habremos puesto a nuestro animal en seco, donde un venenoso rocío caerá desde el banco emisor sobre su miseria. Nuestro crecimiento demasiado fuerte sufren los que no cuentan, que no pueden adelantar los pies más allá de donde ven, que tienen que calibrar las horas de viaje antes de presentarse, con las cabezas descubiertas, ante sus propósitos y sus prebostes. Sus deseos no pueden ser cumplidos, y caen bajo la guadaña de los recortes presupuestarios (¡oh, los ahorros de las gentes!). Sí, este director está del todo en su elemento. Pone freno a los pasos desmedidos, porque es inconmensurablemente rico para la gente que aprende a caer a su lado sin ruido, como las hojas, para no molestarle cuando toca el violín." (págs. 134-135)
"En cualquier momento, el director podría arrojar de cabeza al jardín a su mujer, que tenga cuidado si se vuelve a dar rímel en las pestañas. Él la dejará dárselo, pero su necesidad se despabilará como un manantial en el bosque, e inútiles lágrimas embadurnarán el rostro de ella hasta desfigurarlo, y manchas púrpureas (¡Gertri!) floreceran en el prado de su vientre. Además de por la pobreza, todo el mundo puede ser bataneado de otro modo, cuando el día despunta temprano y a uno le pasa el café por la garganta. No nos va bien a las mujeres cuando no amamos más que la limpieza de nuestra habitación y nadie nos abre cada día para controlar si algo se ha añadido a nuestros majestuosos órganos. Pero no hay que temer, seguimos siendo las mismas. Pronto el abismo se cubrirá con nosotras, igual que intentamos cubrir nuestras viviendas unifamiliares con Eternit fresco, y los intereses de los créditos caerán encima como sombras. Pronto el jefe vendrá al establo a por nosotras, bestezuelas, que estamos atadas a la cadena de nuestros deseos y somos pateadas." (pág. 136)

jueves, 24 de enero de 2008

Tilila altiva en la noche

y se asoma tímida por mi ventana,
me guía vestida de plata.
¡Cómo reclama
de mi ojo una mirada!
Tilila altiva
alta en la bóveda,
sola,
señora,
esquiva.

Casa de Muñecas - Henrik Ibsen

HELMER.- Pero, Nora, ¿qué palabras son ésas?
NORA.- La pura verdad, Torvaldo. Cuando vivía con papá, él me manifestaba todas sus ideas, y yo las seguía. Si tenía otras diferentes, me guardaba muy bien de decirlo, porque no le hubiese gustado. Me llamaba muñequita, y jugaba conmigo exactamente como yo con mis muñecas. Después vine a esta casa contigo...
HELMER.- ¿Qué términos empleas para hablar de nuestro matrimonio...?
NORA.- (Sin inmutarse.) Quiero decir que pasé de manos de papá a las tuyas. Tú me formaste a tu gusto, y yo participaba de él... o así lo fingía..., no lo sé exactamente..., creo que más bien las dos cosas. Cuando ahora miro hacia atrás, me parece que he vivido aquí como una pobre..., al día. He vivido de hacer monerías para divertirte, Torvaldo. Como tú querías. Tú y papá habéis cometido un gran error conmigo: sois culpables de que no haya llegado a ser nunca nada.
HELMER.- ¡Qué injusta y desagradecida eres, Nora! ¿No has sido feliz aquí?
NORA.- No; solamente estaba alegre; y eso es todo. Eras tan bueno conmigo... Pero nuestra casa no ha sido nunca más que un cuarto de jugar. He sido una muñeca grande aquí, como fui muñeca pequeña en casa de papá. Y, a su vez, los niños han sido mis muñecas. Me divertía que jugases conmigo, como a los niños verme jugar con ellos. Eso es todo lo que ha sido nuestro matrimonio, Torvaldo.

martes, 22 de enero de 2008

Señorita - Juan Eslava Galán

68
LA SIERRA. CÓRDOBA
El coche de la Comandancia levantó una densa nube de polvo que fue a asentarse directamente sobre las lentejas con tocino. En una de las bandas laterales del automóvil, con letra vacilante pero de trazo firme, se leía:"Coche cojido a los fascistas a fuego y sangre por el terror de los Siete." A ambos lados del letrero había una estrella de cinco puntas y la hoz y el martillo.
Del automóvil se apearon un teniente con gafitas que llevaba una carpetilla en la mano y un atezado y robusto sargento.
_¡Atenta la compañía! _aulló el sargento y advirtió, mirando a dos comensales que continuaban charlando_: ¡A ver si tengo que liarme a hostias!
Fue mano de santo. La compañía guardó silencio.
_Venga, teniente _invitó el sargento, y cruzando las manos a la espalda se desentendió de la tropa para mirar al cielo como los toreros cuando cuajan una buena faena.
El de las gafas abrió la carpeta y extrajo un folio.
_Cosme Villanueva Repollo y Bartolomé Linares Matojo, de "Las Panteras de la Noche".
_¡Presente! _se oyó un dúo de vozarrones entre los olivos.
_¡Venid para acá. que tenéis trabajo! _ordenó el sargento.
Los milicianos se adelantaron remoloneando.
_Jacinto Bailén Montonera y Próculo Alcalá Peñazo, de la agrupación sindical "Los Sepultureros del Fascismo" _voceó el teniente.
_¡Aquí estamos! _respondieron dos voces.
_Se dice "presente" _corrigió el sargento_. Y venid para acá.
Salieron los aludidos, uno de ellos limpiándose la cuchara en la trasera del pantalón.
_Ciriaco Lahiguera Restrepo, de "Los Chacales de la Noche".
_¡Presente, mi teniente!
El chacal de la noche parecía más bien una ave desplumada, pero lucía en el cinto una pistolera formidable, aunque sólo guardara en ella un trozo de salchichón y un bote de aceite.
_Abundio Martos Lahaba, de "Los Higos del Amanecer".
_¿Los higos del amanecer? _se alarmó el sargento Cazalilla.
_Eso pone aquí, sargento, "Los higos del Amanecer".
_ ¡Los higos al amanecer están muy buenos! _comentó un guasón al fondo.
Una carcajada general acogió la ocurrencia.
_¿Quién ha sido, quién ha sido? _aulló el sargento Cazalilla lanzando inquisitivas miradas a los pelotones de dónde parecía venir el comentario_. A ver si voy a tener que meterle un correctivo al gracioso. A ver, mi teniente, permítame ver esos papeles.
Casi se los arrebató de las manos. El teniente le señaló lo que acababa de leer.
_ Ahí lo tiene, sargento, "Los Higos del Amanecer".
El sargento deletreó con dificultad. Al contrario que Garcilaso, estaba más versado en las armas que en las letras.
_Aquí pone hijos, mi teniente _dijo Cazalilla_. Lo he escrito yo mismo y conozco mi letra.
_Pues ha puesto usted higos.
_Mi teniente, no me diga usted eso, ¿no lo vé?: hijos.
_Es que hijos se escribe con jota y usted ha puesto higos, con ge. Y además sin hache, le falta una hache al principio.
Cazalilla se soliviantó.
_Y eso ¿quién lo dice, mi teniente? _Su actitud era respetuosa pero firme. El gafitas no tenía media hostia, aunque fuera su superior_. ¿Quién manda que hijos se tenga que escribir con jota?
_ La Real Academia de la Lengua.
_¡Me voy a cagar en todo lo que verdeguea! _El sargento se enfadó de verdad_. ¿Es que le va hacer caso a unos fascistas, mi teniente? Yo que llevo en la CNT toda la vida y que me estoy batiendo el cobre con los fascistas desde que empezó el jaleo he puesto ahí hijos con ge ¿me va usted a quitar la autoridad delante de la tropa?
_Bueno, bueno _aceptó el teniente conciliador_, a ver, ¿dónde está Abundio Lahaba de la agrupación "Los Hijos del Amanecer".
_Aquí, mi teniente _se presentó un miliciano.
_Pues ya están todos _concluyó el teniente.
_Me sigan _ordenó el sargento.

lunes, 21 de enero de 2008

Nichita Stanescu - Quinta Elegía

La tentación de lo real



Nunca me he enojado con las manzanas
por ser manzanas, contra las hojas por ser hojas,
contra la sombra por ser sombra
contra los pájaros por ser pájaros.
Pero las manzanas, las hojas, las sombras los pájaros
se ofendieron conmigo de repente.
Y ahora estoy ante el tribunal de las hojas,
el tribunal de las sombras, de las manzanas, de los pájaros.
Tribunales rotundos, tribunales aéreos,
tribunales angostos, frágiles.
Heme aquí condenado por ignorancia,
por aburrimiento, por inquietud,
por inmovilidad.
Sentencias escritas en la lengua de las semillas.
Actos de acusación sellados
con las entrañas de los pájaros,
frescas penitencias grises , pronunciadas por mí.
quedo en pie, la cabeza descubierta,
tratando de descifrar lo que merezco
por ignorancia…
y no puedo , no puedo descifrar
nada,
y este estado espiritual mío propio
se enfada contra mí
y me condena, indescifrable,
a una espera perpetua,
a una tensión de las significaciones dentro de si mismas,
hasta que adquieran la forma de manzanas, hojas,
sombras,
pájaros.

http://atlasdepoesia.blogcindario.com/2007/07/00214-quinta-elegia-de-nichita-stanescu.html

Rossini - La Cenerentola

El 30 de Diciembre de 2007, mis sentidos se emborracharon de música y luz en el Liceu de Barcelona. Fueron Juan Diego Florez y Joyce DiDonato quienes culminaron aquel sueño.




domingo, 20 de enero de 2008

La Nube

Lo que has luchado por bajarte de la nube.
Lo que me gustaría poder luchar por subirme a ella.
No en vano siempre pensé que mi primera novela se llamaría "Sentada en una nube y con los pies colgando".
Lo que unos desprecian otros añoran; así ha sido siempre, así será.
Por mi parte, aqui me tienes, tras un parapeto de madera, con los pies en tierra, mirando al cielo, échando de menos lo que desde allí se ve
pero,
sin fuerzas, ni valor, para intentar subir
siquiera.

En el valle más precioso que haya en esta tierra
desearía desear estar
y
estoy.

Sin embargo...

sábado, 19 de enero de 2008

La Condesa Descalza - J. Mankiewicz

Joseph Mankiewicz se inspiró en La Cenicienta a la hora de dirigir esta obra magistral(1954).
Un millonario norteamericano decide invertir en el mundo del cine produciendo su propia película. Asesorado por su experto relaciones públicas viaja hasta Madrid para contratar a la bailarina María Vargas (Ava Gardner). Su único interés es encontrar un nuevo rostro que sorprenda en Hollywood y que le ayude a triunfar en su nueva empresa. Viaja en su busca acompañado del que será el director de la película (H. Bogart) y el relaciones públicas (Edmon O'Brien, quien consiguió un oscar por esta interpretación). Lo que en principio se presume tarea fácil, ya que María de origen humilde, será seducida por el mundo de la fama y el glamour de las estrellas, tropieza con el desinterés de la bailarina por marchar lejos de su familia y su tierra. Ante la negativa de la tozuda mujer, el ricachón chantajea a sus dos empleados para que la convenzan. Será Bogart quien aconsejándole a Maria que no se deje seducir por el dinero y que siga con su vida, tal y como la conoce, quien conseguirá el efecto contrario en ésta. María, quien odia a su madrastra, saldrá de Madrid, con el único interés de desobedecerla y alejarse de ella y, de que Bogart haga de ella una auténtica actriz.
Recurriendo a continuos flashbacks Mankiewicz va desgranando una historia universal que no conoce el paso del tiempo. Cincuenta y cuatro años después es un auténtico placer sumergirse en la película. El deterioro que han podido sufrir el color y el sonido se ve compensado con creces con la magistral dirección, una soberbia interpretación y un guión magnífico que no ha perdido ni un ápice de su frescura. Hay quien comenta la manera ligera en que Mankiewicz solventa el desenlace, a mi humilde modo de ver, el desenlace no podía ser de otro modo. Una película redonda.

jueves, 17 de enero de 2008

Frankenstein o El Moderno Prometeo Vs. Blade Runner

"He contemplado ya -me dijo- los lugares más hermosos de nuestro país; conozco los lagos de Lucerna y Uri, en dónde las montañas coronadas por la nieve descienden casi a pico hasta el agua, proyectando sus sombras oscuras e impenetrables, que serían lúgubres si islotes de verdor no alegraran la vista con la frescura de sus tonalidades; he visto como agitan el agua las tempestades cuando el viento huracanado levanta torbellinadas masas líquidas, que dan una remota idea de lo que debe ser un océano desencadenado; he podido ver las olas estrellándose con rabia en los acantilados, justo en el paraje donde el monje y su amante fueron arrebatados por una tromba de agua y donde, según cuentan, pueden oírse todavía sus voces cuando se acalla el rugir del viento; conozco las montañas de Valais y las del país de Vaud; pero estos lugares, Víctor, me seducen mucho más aún que todos ellos."

Estas son las palabras que en boca de Clerval, el amigo íntimo de Víctor, nos encontramos en la novela de M. Shelley.

"Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais...atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser."

Estas las oimos en boca del Nexus 6 en la película Blade Runner de Ridley Scott (que yo recuerde en la novela Sueñan los Androides con Ovejas Electricas de P.K. Dick no aparecen).

La similitud de la estructura gramatical en ambas me hizo reflexionar sobre otras muchas coincidencias en ambas obras:

La creación de un ser a imagen y semejanza por el hombre.
El desarraigo de ese ser y el rechazo por los humanos.
El deseo por conocer a su creador, enfrentarse a él, cuestionarle.
La superioridad del ser creado.
La necesidad de encontrarse entre iguales.
El instinto de supervivencia.
El sentimiento de venganza como motor de búsqueda y, a la postre, de vida.
El alma como parte intrínseca al cuerpo.
La relevancia de sentimientos como el amor, la amistad, el reconocimiento social.

domingo, 13 de enero de 2008

Ángel González - Me Basta Así

Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.


Ayer murió Ángel González, uno de mis poetas favoritos. Este fue el primer poema que oí de él (puesto que me lo leyeron), después de tanto tiempo, sigue siendo el que más me gusta y el que más recuerdo.

viernes, 11 de enero de 2008

El Azucarero de Lágrimas

El embeleso que le produjo la espuma inquieta en la lámpara de lava le llevó a un estado de ensoñación. El sillón albergaba sus pies descalzos recogidos bajo la manta y solo el leve crujir de una página de libro rompía el diálogo de la noche. Recuerdos de la niñez volaron prestos y pronto volvió a verse postrada en la cama mientras su abuela despertaba su imaginación entre el sopor de la fiebre.


La abuela era así, si la pillabas de buenas, te contaba unos cuentos larguísimos de pruebas y caballeros, de mucho sufrir, de recompensas reales, con perdices o codornices, en cada fín. Todos, menos uno: El azucarero de lágrimas. Entonces no entendía, como su abuela pretendía entretenerla con una historia tan poco sutil. Sin dragones, sin caballeros, sin almenas, sin marfil.

***


"Cuentan que hace mucho, mucho tiempo, en unas tierras lejanas, vivía una anciana sabia a quien todas las mozas conocían. Desde tierras olvidadas, soleadas o umbrías, ya llegaban en carreta, ya andando, como peregrinas.

Dicen que en su cabaña siempre femenina visita había , y que algún poder debía tener pues más de una nunca hubo a la vez.

De tal modo sucedía que solo al empezar el día el gato que la acompañaba de la recien llegada advertía. Era de negro pelaje y de glaucas pupilas, cuando caía la noche, con las luciérnagas competían. Solo un ronroneo suave daba fe de estar con vida, pero al amanecer del día, era un tímido maullido, quien a la anciana advertía.

Nunca sucedió que no fuera el amor, de ellas, su principal cuita; con honra o deshonor, con o sin villanía. Su viejo silencio acompañaba a las lindas; pues es bien sabido que las mozas, ante semejante sabiduría, sacan todo el provecho a las palabras traídas. Sólo una quieta mirada, y asentimientos continuos, daban alas a las bocas que, por el corazón, morían.

Ella, que de tanto oír, los finales presentía, animaba a sus visitas a tomar, de hierbas, una tacita. Tenía un cuenco precioso, que con luz própia lucía, dicen que por sí sólo valía una pedanía. El azúcar que albergaba siempre húmedo se veía.

Cándidas mujeres, que sólo con desahogarse ya más fuertes se veían, e iban viendo por sí mismas, el remedio de sus cuitas. La calidez de la tisana y las preguntas precisas, empujaban a las doncellas a vislumbrar salidas.

Se cuenta que de allí nunca con tristeza o pesar salían y era en el ocaso cuando el camino devolvían. Al llegar a sus hogares a las preguntas se rendían, les hablaban de la sabia anciana y del azucarero que mágico sería.

Ya, al encontrarse a solas, recordaban en secreto que la humedad del azúcar, no se debía sino a sus lágrimas vertidas.

Y era en verdad un azúcar, de extraordinario sabor, pues aún siendo dulce en esencia tenía algo de salazón."

Miguel de Unamuno - La Mar Ciñe a la Noche en su Regazo


La mar ciñe a la noche en su regazo
y la noche a la mar; la luna, ausente;
se besan en los ojos y en la frente;
los besos dejan misterioso trazo.
*
Derrítense después en un abrazo,
tiritan las estrellas con ardiente
pasión de mero amor, y el alma siente
que noche y mar se enredan en su lazo.
*
Y se baña en la oscura lejanía
de su germen eterno, de su origen,
cuando con ella Dios amanecía,
*
y aunque los necios sabios leyes fijen,
ve la piedad del alma la anarquía
y que leyes no son las que nos rigen.
*
Horas serenas del ocaso breve,
cuando la mar se abraza con el cielo
y se despierta el inmortal anhelo
que al fundirse la lumbre, lumbre bebe.
*
Copos perdidos de encendida nieve,
las estrellas se posan en el suelo
de la noche celeste, y su consuelo
nos dan piadosas con su brillo leve.
*
Como en concha sutil perla perdida,
lágrima de las olas gemebundas,
entre el cielo y la mar sobrecogida
*
el alma cuaja luces moribundas
y recoge en el lecho de su vida
el poso de sus penas más profundas.

martes, 8 de enero de 2008

El Corazón de las Tinieblas - J. Conrad

>>Yo creía que su recuerdo era como los demás recuerdos de muertos que se van acumulando en la vida de todo hombre: una vaga impresión en el cerebro de las sombras que se han proyectado sobre éste en su rápida travesía final; pero ante la puerta alta y pesada, entre los altos edificios de una calle tan tranquila y decorosa como un sendero bien cuidadado de cementerio, tuve una visión de Kurtz en la camilla abriendo la boca con voracidad como si fuera a devorar la tierra entera y todo el género humano. Entonces vivió ante mí; vivió tal y como lo había hecho en vida: una sombra insaciable, ávida de esplendores, de realidades espantosas; una sombra más oscura que la sombra de la noche, y notablemente cubierta por los pliegues de una elocuencia magnífica. La visión pareció entrar en la casa conmigo: la camilla, los porteadores fantasmales, la salvaje muchedumbre de fieles obedientes, la penumbra de la selva, el destello del río entre los meandros tenebrosos, el ritmo del tambor, regular y amortiguado como el latido de un corazón, el corazón de unas tinieblas victoriosas. Fue un momento de triunfo para la jungla, un arranque invasor y vengativo que, a mi parecer, sólo a mí correspondía guardar para la salvación de otra alma. Y el recuerdo de lo que le había oido decir allá abajo, con las figuras astadas agitándose detrás de mí en el resplandor de las hogueras en el bosque paciente, aquellas frases entecortadas volvieron a mí, fueron oídas de nuevo en su ominosa y aterradora simplicidad. Recordé sus súplicas abyectas, sus amenazas mezquinas, la escala colosal de sus viles deseos, la maldad, el tormento, la tempestuosa angustia de su alma. [...]
>>Me pareció oír el grito susurrado:"¡El horror! ¡El horror!" (págs. 137-138)