martes, 7 de diciembre de 2010

A Elías, mi caro amigo


Tu humor procaz, ahora ya callado,
reirá con cada púa barbadensis
que gima en mis dedos enlutados.(3spum4)

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Calle de la Estación, 120 - Léo Malet

Pasaron los días, las semanas, los meses. Algunos heridos graves ya iban camino de Francia. El 60202 tenía mala suerte. Su número, que al principio figuraba en las listas de repatriación, había sido olvidado por un burócrata poco diligente y el amnésico estaba condenado a pasear su desesperación, una semana tras otra, por los rastrillados caminos del lazarett.
Estábamos ya en noviembre y no faltaba trabajo. Un día, una voz cavernosa exclamó, a la vista del 60202:
-Mira tú, ¿todavía no ha vuelto a casa el Glóbulo? Para ser un tío tan listo, menudo fiasco.
El hombre que hablaba de aquel modo regresaba de un Kommando. Llevaba la mano herida, era bajito, con una cara típica de los bajos fondos, y no podía decir una palabra sin torcer la boca.
-¡Hombre, Bébert! ¿Cómo andamos? -le dije.
-Pues podría ir mejor -gruñó enseñándome el vendaje-.Sólo me quedan dos dedos y casi, casi, me dejo allá la pezuña entera. En fin...
No era un pesimista. Se rió con una nueva torsión de la boca verdaderamente extraordinaria:
-Esperemos que con esto tenga la salida asegurada... y no habré tenido que hacerme el loco como aquel pobre hombre...
Unos días después, en efecto, le desmovilizaron y regresó a Francia, al tiempo que yo, en el convoy sanitario de diciembre, convoy de 1.200 enfermos en el que hubiera debido figurar el amnésico si, cuando dejamos el Stalag, no hubiese descansado con su secreto desde hacía diez días cerca del bosquecillo de abetos, en el arenal de la landa azotado por el viento de mar.

Un atardecer... Yo no estaba. El servicio me había enviado con tres enfermeros más a buscar a los KGF enfermos de un Komando lejano. Cuando regresamos me dijeron que había sucumbido de pronto a una fiebre maligna. Dorcières, Desiles y los otros se declararon incapaces de averiguar su dolencia.
Una semana entre la vida y la muerte y, después, un viernes, mientras el viento aullaba entre el tendido eléctrico y una lluvia torrencial repiqueteaba lúgubremente en los tejados de zinc de los barracones, pasó a mejor vida, como quien dice, de repente.
Yo estaba de servicio en  la sala. Aparte la zarabanda en el exterior, todo estaba tranquilo. Los enfermos descansaban sin ruido.
-Burma -me llamó, con un acento triunfante y desgarrador a la vez.
Me extremecí al comprender por el tono en que pronunciaba mi nombre que, al fin, sabía lo que decía. A pesar de las ordenanzas, encendí inmediatamente todas las luces y me acerqué enseguida. Los ojos del amnésico reflejaban un brillo de inteligencia que no le había visto nunca antes. En un suspiro, el hombre dijo:
-Dígale a Hélène... calle de la estación, número 120...
Cayó de nuevo contra el jergón con la frente bañada en sudor y los dientes entrechocando, exangüe, más blanco que la sábana que le cobijaba.
-¿París? -pregunté.
Su mirada se volvió más vivaz. Sin contestar, hizo un amago de gesto, afirmativo. Murió inmediatamente después.
Me quedé perplejo un buen rato. Por fin, advertí la presencia de Bébert junto a mí. Estaba allí desde el principio... pero todo había sido tan rápido...
-Pobre hombre -dijo el bergante-. Y yo que le tomé por un farsante.
Se produjo entonces un fénomeno curioso. El estúpido sentimentalismo del delincuente me liberó el mío. De pronto, dejé de ser el Kriegsgefangene sobre el que pesaban las alambradas hasta el punto de despojarme de toda originalidad y volví a ser Nestor Burma, el verdadero, el director de la agencia Fiat Lux. Dinamita Burma. (Págs. 22-24)

martes, 30 de noviembre de 2010

Alice Pike Barney (1857-1931) - Blonde Studio Model

(1903-4?)

Ímpetu - Blas de Otero


Mas no todo ha de ser ruina y vacío.
No todo desescombro ni deshielo.
Encima de este hombro llevo el cielo,
y encima de este otro, un ancho río

de entusiasmo. Y, en medio, el cuerpo mío,
árbol de luz gritando desde el suelo.
Y, entre raíz mortal, fronda de anhelo,
mi corazón en pie, rayo sombrío.

Sólo el ansia me vence. Pero avanzo
sin dudar, sobre abismos infinitos,
con la mano tendida: si no alcanzo

con la mano, ¡ya alcanzaré con gritos!
y sigo, siempre, en pie, y así, me lanzo
al mar, desde una fronda de apetitos.
 

sábado, 13 de noviembre de 2010

Amante agradecido a las lisonjas mentirosas de un sueño - Francisco de Quevedo

 
¡Ay, Floralba! Soñé que te... ¿Dirélo?
Sí, pues que sueño fue: que te gozaba.
¿Y quién, sino un amante que soñaba,
juntara tanto infierno a tanto cielo?

Mis llamas con tu nieve y con tu yelo,
cual suele opuestas flechas de su aljaba,
mezclaba Amor, y honesto las mezclaba,
como mi adoración en su desvelo.

Y dije: «Quiera Amor, quiera mi suerte,
que nunca duerma yo, si estoy despierto,
y que si duermo, que jamás despierte.»

Mas desperté del dulce desconcierto;
y vi que estuve vivo con la muerte,
y vi que con la vida estaba muerto.

Vedrò con mio diletto ('Giustino'-Vivaldi) - Jaroussky

Vedrò con mio diletto
l'alma dell'alma mia
Il core del mio cor pien di contento.
E se dal caro oggetto
lungi convien che sia
Sospirerò penando ogni momento...

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Rosa Ribas - La Detective Miope

7
La cantante calva

Me aposté frente a la casa de Jaume Peyró. Si alguien vivía con él en secreto, en algún momento tendría que salir y si se estaba escondiendo, como parecía, tal vez saldría sólo por la noche.
   Mejor. Por la noche la ciudad apesta un poco menos. Es más fácil concentrarse en lo que se hace cuando se huele menos el humo de los coches. El olor a orines que emana de tantas paredes en la ciudad se sigue percibiendo, pero no penetraba en el interior del coche desde el que vigilaba la casa.
   El problema era cómo podría saber quién era la persona que vivía con él. En el bloque había veinte viviendas y no podía observar quién salía de cuál de ellas. Mi única opción era que se diera una correlación entre las luces de la casa y la salida o entrada de alguién en la casa.
   Y tuve suerte. Ya en la primera vigilancia vi que hacia medianoche una mujer con la cabeza cubierta con una boina roja entraba en el bloque y que poco después se encendían las luces en la casa de Peyró. Pasaron dos noches más hasta que volví a ver la boina roja. Abandonó el bloque a la una de la noche y empezó a caminar por la calle Aragón en dirección al centro. La seguí a gran distancia porque a esa hora quedaban pocos transeúntes. Al llegar cerca de Rambla de Catalunya, la mujer se cruzó con un grupo de adolescentes que venían gritando y dándose empujones. Uno de ellos le arrancó la boina de la cabeza y, tras un segundo de pasmo, se escucharon unas risas guturales, groseras.
  En un primer momento mi atención se desvió hacia la boina que volaba por el aire pasando de mano en mano, pero no era crueldad de patio lo que había causado las risas, era la cabeza de la mujer:  Calva.
  Aceleré el paso. Los adolescentes estaban tan absortos en su juego y la contemplación burlona de la cabeza desnuda que no se apercibieron de mi llegada. Entré de un salto en el círculo que habían formado y atrapé la boina en el aire. Dejé el brazo levantado y la otra mano formó un puño que acerqué a la cara de uno de ellos. Conseguí que retrocediera un paso y los demás lo imitaron. Cuando el que debía ser el cabecilla se sobrepuso a la sorpresa, intentó azuzarlos, pero ninguno se atrevió a dar un paso adelante. Clavé los ojos en el cabecilla, los mismos ojos que Marín me había recomendado disimular. Los dejé fijos en él y ladeé la cabeza como si estudiara en qué parte le iba a morder. De hecho, estudiaba en qué parte le iba a morder. Como la lactancia y la adolescencia son quizá las dos fases del desarrollo humano en las que más cerca estamos del animal que somos, el chico por instinto lo notó. No movió los pies, pero el cuerpo se echó para atrás, lo suficiente para reconocer la derrota. La sarta de insultos que nos dirigió fue su claudicación; los gestos obscenos y los eructos con los que el grupo se alejó de nosotras una petición de clemencia.
  -Toma.
  Le devolví la boina.
  -Ahora ya no la necesito. Gracias.
  Estaba temblando. Me ofrecí a acompañarla un poco.
  -Mejor aún -dijo-. Vamos a buscar algo abierto. Te invito a tomar algo.
  Encontramos un local cerca de la plaza de Catalunya. Hicimos una señal al camarero. Mientras se nos acercaba, ella, ¿les he contado que se llamaba Aurora C? Bien, ahora sí. Sigo. Mientras se nos acercaba, Aurora C. me dijo:
  -Ya verás, el camarero o bien le hablará a mi cabeza, como si no tuviera ojos, o hará tantos esfuerzos por no mirármela que parecerá que quiere hipnotizarme.
  El camarero se decidió por la opción b. En cuanto se hubo alejado lo suficiente, nos echamos a reír. Llevaba tiempo sin hacerlo. Decidí decirle que era detective privada.
  -Pero, ¿no me estarás siguiendo a mí?
  -Me temo que sí. (Págs. 44-45) 
***
Pocas veces tiene una la ocasión de pedir permiso al escritor para 'colgar' unos párrafos de una de sus obras literias, como ha sucedido en este caso. Muchísimas Gracias Rosa.
Sirva, pues, esta excepción para darme pie a comentarla; sin esperar, como es costumbre en este rincón, a que antes algún bloguero rompa esa lanza, otorgándome así mi turno de réplica.

Puesto que absolutamente todas las citas que salpican esta bitácora estan escogidas siguiendo única y exclusivamente mi gusto personal, partimos ya de la base de que la novela me gusta.  Se trataría entonces de aclarar el porqué, y a eso voy. 
Empecemos por recordar que 'La cantante calva' de Eugène Ionesco es una de mis debilidades, véase la entrada 'La Cantante Calva o Lo que me traje de París (II)', aqui ya encontramos el primer guiño que me hizo la novela. No olvidemos que La Novela Negra (con mayúsculas) protagoniza muchas de las 'entradas' en el blog, son mi lectura predilecta en esta última temporada, sabiendo eso sí que 'la temporada' abarca, hasta el momento, estos diez últimos años. Muchos son los personajes que llevo a cuestas, pues he de reconocer que algo se queda en (no me atrevo a llamarlo 'alma' porque suena a canción pachanguera) lo que denominamos bagaje. Y allí, en ese batiburrillo, un rimero de detectives  van dejando su particular impronta al tiempo que resuelven sus casos criminales, más o menos originales. Ya sean Carvalho, Wallander, Montalbano o Camilleri (por citar unos pocos), encuentran en muy pocas ocasiones su álter ego  femenino; únicamente me viene a la memoria Petra Delicado, en lo que se refiere a las sagas 'negras' españolas. Y por qué cuento esto¿?, porque me encantaría poder escribir, dentro de unos años por aquí, que a esta corta lista de detectives femeninos se le ha añadido la Sra. Ricart, que no es otra que 'La Detective Miope'. ¿Motivos? Los Suficientes, como diría el insigne albino Replicante. Su perspicacia, su tenacidad, su ternura, su locura, sus razones y sus métodos, pueden ser algunas de las respuestas. Su entorno, y al hablar de entorno me refiero a la Agencia de detectives y los personajes que incluye,  y su particular relación con el mundo policial. Son, como he dicho, algunas de las razones por las que este entrañable personaje debiera 'Repetir'. 
Y por poner una de cal, ¿o es de arena?, señalar que tiene que evolucionar y madurar un poquito más el estilo narrativo, en mi humilde opinión, pero dada la juventud de la autora y su obra, éstos vendrán fluidamente con el transcurrir del tiempo y la escritura; no me cabe  ninguna duda. 
No quiero dejar de señalar que, en repetidas ocasiones a lo largo de la lectura, el recuerdo del más joven Mendoza, con sus correrías por Barcelona, tanto en 'El Misterio de la Cripta Embrujada' como en 'El Laberinto de las Aceitunas', de la mano de un loco encantador, asaltaron agradablemente mi memoria.

Enhorabuena Rosa.
                   
3spum4

domingo, 17 de octubre de 2010

Tres puñales (Rafael de Leon) - Miguel Poveda


BALADILLA DE LOS TRES PUÑALES

He comprado tres puñales
para que me des la muerte...

El primero, indiferencia,
sonrisa que va y que viene
y que se adentra en la carne
como una rosa de nieve.

El segundo, de traición;
mi espalda ya lo presiente,
dejando sin primavera
un árbol de venas verdes.

Y el último acero frío,
por si valentía tienes
y me dejas, cara a cara,
amor, de cuerpo presente.

He comprado tres puñales
para que me des la muerte...

Meu fado meu - Mariza y Miguel Poveda


Trago um fado no meu canto
Canto a noite até ser dia
Do meu povo trago pranto
No meu canto a Mouraria
Tenho saudades de mim
Do meu amor, mais amado
Eu canto um país sem fim
O mar, a terra, o meu fado
Meu fado, meu fado, meu fado, meu fado
De mim só me falto eu
Senhora da minha vida
Do sonho, digo que é meu
E dou por mim já nascida
Trago um fado no meu canto
Na minh'alma vem guardado
Vem por dentro do meu espanto
A procura do meu fado
Meu fado, meu fado, meu fado, meu fado

lunes, 11 de octubre de 2010

Joan Sutherland, La Stupenda (1926-2010) - Caro Nome /Rigoletto (Verdi)

Bécquer, Gustavo Adolfo Bécquer - Asomaba a sus ojos una lágrima

Rima XXX

Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró. 

Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?

lunes, 4 de octubre de 2010

Madrid, Madrid - Nilda Fernández

(Mélange des langues)

Une tache, une ombre et dans le désert
Des traces de poudre et de safran
Des taxis blancs, de claquements de portières
Un vrai mélange de sentiments

Madrid, Madrid
Le prix que je paie
C'est encore quelques heures sans sommeil
Pour mes souvenirs de toi

Puerta del Sol station du métro
Sortie vers la Plaza Mayor
Je suis à l'heure je crois bien que j'en fais trop
Une vraie doublure dans un décor

Madrid, Madrid
Tu peux me faire signe
Tu peux brouiller mes mots sur la ligne
Quand je parlerai de toi

Bonsoir y muy buenos días
(et jusqu'au dernier détail)
Miroir si has de ser mí espía
(ses yeux derrière un éventail)

Madrid, Madrid
Les choses que je pense
Ont un petit air d'accordéon rance
Quand elle n'est pas avec moi

Madrid, Madrid
Le prix que je paie
C'est encore quelques heures sans sommeil
Pour mes souvenir de toi

Toda una tarde en el Retiro
Echando piedras a un farol
Els meus amors se han derretido
Con tanta luz y tanto sol

Madrid, Madrid
Me pongo triste
Al ver lo bien que tu te vistes
Si se han a reir de ti

Bonsoir y muy buenos dias
(et jusqu'au dernier detail)
Miroir si has de ser mi espia
(ses yeux derriere un eventail)

Une tache ,une ombre et dans le désert
Des traces de poudre et de safran
Des taxis blancs, de claquements de portières
Un vrai mélange de sentiments

Madrid, Madrid
Me desesperas
De tanto mover las caderas
Sa van a reir de ti

viernes, 1 de octubre de 2010

Félix Lope de Vega y Carpio - Desmayarse, atreverse, estar furioso

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

Maldito Karma - David Safier

-Siddharta Gautama -dijo afablemente la hormiga gorda.
-¿Cómo? ¿Qué? -pregunté totalmente desbordada.
-Ése es mi nombre.
Aquella sentencia desvió mi atención de mi cuerpo tembloroso. Siddharta, ¿no era una película de Keanu Reeves? Alex me había llevado a verla. Era aficionado a las películas de arte y ensayo que, al cabo de veinte minutos, consiguen que de puro aburrimiento vayas al lavabo y prefieras quedarte allí leyendo lo que hay escrito en puertas y paredes. La película de Siddharta iba de...
-Buda -dijo la hormiga gorda-, seguro que me conoces por el nombre de Buda.
No tenía mucha idea de quién era Buda, quizás debería haber prestado más atención a la película en vez de estar pensando que, con el torso desnudo, Keanu Reeves está para comérselo. Pero sí sabía algo con bastante certeza:
-Buda no es una hormiga.
-Adopto la forma de la criatura en la que se ha reencarnado el alma de la persona. Tú te has reencarnado en hormiga. Por lo tanto, me aparezco como hormiga.
-¿Reencarnado? -balbuceé.
-Reencarnado -ratificó Buda.
-Vale, vale, vale -dije a punto de perder la chaveta-. Supongamos que me lo creo, cosa que evidentemente no hago, porque todo esto es tan absurdo que es imposible creérselo y por eso no me lo creo, aunque...
-¿A dónde quieres ir a parar? -me interrumpió Buda.
Intenté reconducir mi torrente de palabras.
-Si... si tú eres Buda y yo me he reencarnado..., ¿por qué en hormiga?
-Porque te lo has ganado.
-¿Qué quieres decir? ¿Que era una mala persona? -pregunté indignada. Nunca he podido soportar que me ofendan.
Buda se limitó a mirarme sonriendo, sin decir nada.
-Los dictadores son malas personas -protesté-. Los políticos y, por mí, también los que planifican las programaciones en televisión, pero yo, ¡no!
-Los dictadores se reencarnan en otra cosa -replicó Buda.
-¿En qué?
-En bacterias intestinales.
Mientras imaginaba a Hitler y a Stalin correteando por un recto, Buda me miraba profundamente en mi tercer ojo.
-Pero las personas que se portaban mal con los demás vuelven a nacer como insectos.
-¿Mal?
-Mal -ratificó Buda.
-¿Yo me he portado mal con los demás?
-Exacto.
-Vale, vale, puede que no siempre haya sido perfecta. ¿Pero quién demonios lo es? -pregunté mosqueada.
-Más gente de la que piensas -dijo, y añadió-: Sácale el mejor partido posible a tu nueva vida.
Dió media vuelta y se fue, silbando contento, hacia la salida del túnel.
No me lo podía creer: ¿Mal? ¿Yo me había portado mal con los demás?
-Espera -grité, y salí corriendo tras él-. ¡Aún no hemos terminado!
No se giró, se limitó a seguir andando.
-Yo me he portado bien con los demás, incluso muy bien, realmente súper bien -grité-. He hecho un montón de donacio...
Corrí más deprisa por el túnel, hasta que mis patas traseras se enredaron con las patas del medio y tropecé. Choqué contra la pared. Se desmoronó un montón de tierra y me cayó encima. Y cuando conseguí liberar mis antenas de los escombros húmedos, Buda ya se había esfumado. (Págs.45-46)

jueves, 23 de septiembre de 2010

Beckett & Compañía o La explanada de las lenguas

Cuenta la leyenda que cuando el rey Jaime I de Mallorca, allá por el 1229, habiendo desembarcado y conquistado esta zona de la isla, tras tomar una cena sencilla consistente en pan de ajo, declaró satisfecho: 'Ja hem ben dinat' -que traducido al castellano quiere decir "ya hemos comido bien"-Sin duda estaba pensando que aquel ágape tan humilde, en tierra recién conquistada, le sabía a gloria bendita. Pues como iba diciendo, de ahí viene el topónimo de Bendinat. Muy posteriormente, ya en el s. XIX, se construyó un castillo que se quedó con el nombre y,  que bien conservado, en la actualidad se ve  desde la autopista de poniente.
Sea como fuere, hasta hace unos años, había en esta zona costera una amplia área militar. Quien conozca la isla sabe bien que es, urbanísticamente hablando, una perita en dulce, pues se encuentra en uno de los enclaves más cotizados. A raíz de cierta desmilitarización, el lugar  se ha convertido, a la par, en tierra de nadie y en tierra de todos. Se da la circunstancia de que los dueños de canes aprovechamos el pequeño bosquecillo abandonado para que nuestras mascotas deambulen, olisqueen y demás '-en' con entera libertad. 
Aquí es donde se haya la por mi llamada 'explanada de las lenguas', ya que coincidimos seres con una gran diversidad de ellas: las que puedan usar las diferentes razas caninas y las de sus propietarios. De ahí que se pueda gozar de imágenes tan preciosas como las que he puesto en esta entrada del blog. Son estas mascotas las que, a su vez, promueven la socialización de sus dueños -y no a la inversa-, pues ellas son el motivo de semejante encuentro. 
Aqui la lengua española se escucha a su vez con acentos tan dispares como el alemán, el francés, el inglés, el italiano, el latinoamericano, y seguro que algunas más que ahora no recuerdo.
Las tomas pertenecen al fotógrafo J.Gallardo quien muy amablemente las ha compartido con algunos de estos 'lenguados'.

***
P.S.: Lenguado: dícese de aquel que se deja sociabilizar -gracias a su mascota- mediante el uso de la lengua en la explanada de dicho nombre.

El Consuelo - Anna Gavalda

 Cuando Anouk estuvo de nuevo al fresco, Alexis se acercó a la fosa, se quedó parado, bajó la cabeza y...
-¿Le importa apartarse, señor? -lo turbaron.
-¿Cómo?
-Mire, es que ahora ya sí que tenemos la hora pegada... Así que vamos a meter el otro ahora mismo, y así podrá recogerse luego...
-¿El otro qué? -se sorprendió Alexis.
-Pues... el otro...

Alexis se dio la vuelta, descubrió un segundo ataúd apoyado sobre unos caballetes junto a la familia Vanneston-Marchanboeuf, volvió a dar un respingo y captó la sonrisa de su amigo.
-¿Qué... quién es?
-Vamos... Haz un esfuerzo... ¿Es que no ves las boas y los lazos rosas en las asas?

Alexis se derrumbó, y tardó mucho en consolarlo de esa sorpresa.
-¿Có... cómo lo has hecho? -tartamudeó, mientras los profesionales guardaban su material.
-Lo compré.
-¿Eh?
-Para empezar recordaba muy bien su nombre. También es que le he dado bastante al coco estos últimos meses... Luego fui a ver a su sobrino y lo compré.
-No te entiendo.
-No hay nada que entender. Estábamos sentados bebiendo una copa, hablando; el normando no estaba de acuerdo, se le hacía raro, decía, y a mí me hacía gracia que esta gente que se había metido tanto con él cuando estaba vivo se mostrara de pronto tan delicada con sus restos mortales... Entonces me puse a la altura de su zafiedad y saqué el talonario.
'Fue muy fuerte, Alex... Fue grandioso. Fue como en un relato de Maupassant... El idiota del sobrino trataba de envolverse en esa burda estupidez que le hacía las veces de dignidad, pero al cabo de un rato su mujer intervino y le dijo:'Hombre, Jeannot... Tendríamos que cambiar la caldera... ¿Y qué más da que el Maurice descanse ahí o en otro sitio, eh? Total, los sacramentos los ha recibido ya... ¿Eh?' Los sacramentos... ¿No te parece sublime? Entonces pregunté cuánto costaba una caldera nueva. Me dijeron una cantidad, y yo la copié en el talón sin decir ni mu. ¡A ese precio, me parece que estoy calentando la región entera!
Alexis se lo estaba pasando pipa.
-Espera, que ahora viene lo mejor... Lo había rellenado todo bien, el talón, la fecha, el lugar, pero justo cuando estaba a punto de firmar, levanté el bolígrafo:
'Les diré una cosa... visto lo que esto me cuesta, necesito al menos...',  largo silencio... 'seis fotos'.
'¿Cómo?'
'Quiero seis fotos de Nou.. de Maurice', repetí.
'Las seis fotos o no hay trato.'
'Tendrías que haber visto el jaleo que se armó en un momento... ¡Sólo encontraba tres! ¡Había que llamar a la tía Fulanita! ¡Que sólo tenía una! ¡Pero puede que la Bernadette también tenga alguna! ¡Y el hijo se fue a toda pastilla donde la Bernadette! Y mientras tanto, los demás registraron todos los álbumes poniéndose nerviosos con el papel de calco. Ah... Qué bueno... Por una vez era yo el que le ofrecía un show a Nounou... Bueno, total, que esto...
Se sacó un sobre del bolsillo.
-Aquí están... Verás qué lindo sale... Por supuesto, en la que mejor se lo reconoce es en la que sale de bebé, y en bolas, sobre una piel de fiera... ¡Sí, sí, ahí se ve que está en su salsa!

Alexis las pasaba una tras otra sonriendo.
-¿No quieres alguna?
-No... Quédatelas...
-¿Por qué?
-Es tu única familia...
-...
-Y la de Anouk también, de hecho... Por eso fui a buscarlo...
-No... -dijo Alexis-, no sé qué decirte, Charles...
-No digas nada. Lo he hecho por mí. (Págs.618-621)

viernes, 10 de septiembre de 2010

'Vivo sin vivir en mí' en el Amor Místico de Santa Teresa y las 24 Rosas de Diana Navarro

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti,
para merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.






Vivo...

Vivo sin vivir en mí

y tan viva yo te espero,

que muero porque no muero.

Toma, yo te doy mi corazón,

te lo entrego prisionero.

No quiero querer,

pero quiero y te quiero...

Veinticuatro rosas heridas de ti...

¡Es tan dulce el amor que te doy...!

Son veinticuatro latidos de más

cuando sé que te vas

cruzando el espacio, despacio...

¡Ay, ay amor cómo me picas!

Esos ojos me complican

y me muero sin saber que muero...

Toma, yo te doy mi corazón,

te lo entrego prisionero.

No quiero querer,

pero quiero y te quiero..

sábado, 4 de septiembre de 2010

Total khéops - Jean-Claude Izzo

Mavros llegó veinte minutos después de mi llamada. Era la única solución que me había quedado. Llamarle. Que cogiera el relevo. Confiarle a Dris y Karine. No estaba durmiendo, estaba viendo una película de video: Apocalypse Now, de Coppola. Creo que ya era la cuarta vez. Esta película le subyugaba, y no la entendía. Me acordaba de la canción de los Doors. The End.


Era siempre el final anunciado el que se cernía sobre nosotros. Bastaba con abrir los periódicos por la página de internacional o de sucesos. No hacían falta armas nucleares. Nos mataríamos los unos a los otros con un salvajismo prehistórico. No éramos más que dinosaurios, y lo peor es que lo sabíamos.


Mavros no dudó ni un segundo. Por Dris hacía lo que fuera. Había querido a aquel chaval desde que se lo presenté. Estas cosas eran inexplicables. Tanto como lo es la atracción amorosa, que te hace desear a un ser más que a otro. Metería a Dris en un ring. Le haría pegarse. Le haría pensar. Pensar en el puño izquierdo, en el derecho. En estirar el brazo. Le haría hablar. De él, de la madre a la que no había conocido, de Leila. De Toni. Hasta que arreglara cuentas con lo que había hecho por amor y por odio. No se puede vivir con odio. Boxear tampoco. Había ciertas reglas. A menudo injustas. Muy a menudo. Pero respetarlas permitía salvar el pellejo. Y en este jodido mundo, seguir vivo, con todo, era la cosa más bella. (Pág. 260)