domingo, 30 de mayo de 2010

Tomàtigues - Miquel Barceló

1995, Técnica mixta sobre tela, expresionismo¿?

Quisiera ser convexo - Gerardo Diego

Quisiera ser convexo
para tu mano cóncava.
Y como un tronco hueco
para acogerte en mi regazo
y darte sombra y sueño.
Suave y horizontal e interminable
para la huella alterna y presurosa
de tu pie izquierdo
y de tu pie derecho.
Ser de todas las formas
como agua siempre a gusto en cualquier vaso
siempre abrazándote por dentro.
Y también como vaso
para abrazar por fuera al mismo tiempo.
Como el agua hecha vaso
tu confín - dentro y fuera - siempre exacto.

Guía del Autoestopista Galáctico - Douglas Adams

El aerodeslizador los impulsó a velocidades que excedían de R17 por los túneles de acero que llevaban a la pasmosa superficie del planeta, ahora sumida en otro lóbrego crepúsculo matinal. Una horrible luz grisácea petrificaba la tierra.
R es una medida de velocidad, considerada razonable para viajar y compatible con la salud, con el bienestar mental y con un retraso no mayor de cinco minutos. Por tanto, es una figura casi infinitamente variable según las circunstancias, ya que los dos primeros factores no sólo varían con la velocidad considerada como absoluta, sino también con el conocimiento del tercer factor. A menos que se maneje con tranquilidad, tal ecuación puede producir considerable tensión, úlceras e incluso la muerte.
R17 no es una velocidad fija, pero sí muy alta.
El aerodeslizador surcó el espacio a R17 y aún más, dejando a sus ocupantes cerca del Corazón de Oro, que estaba severamente plantado en la superficie helada como un hueso calcinado, y luego se precipitó en la dirección por donde los había traído, probablemente para ocuparse de importantes asuntos particulares..
Miraron los cuatro la nave, tiritando.
Junto a ella, había otra.
Era la nave patrulla de Blagulon Kappa, bulbosa y con forma de tiburón, de color verde pizarra y apagado; tenía  escritos unos carácteres negros, de varios tamaños y diversas cotas de hostilidad. La leyenda informaba a todo aquel que se tomara la molestia de leerla de la procedencia de la nave, de a qué sección de la policía estaba asignada y de adónde debían acoplarse los repuestos de energía.
En cierto modo parecía anormalmente oscura y silenciosa, hasta para una nave cuyos dos tripulantes yacían asfixiados en aquel momento en una habitación llena de humo a varios kilómetros debajo del suelo. Era una de esas cosas extrañas que resultan imposibles de explicar o definir, pero que pueden notarse cuando una nave está completamente muerta.
Ford lo notó y lo encontró de lo más misterioso: una nave y dos policías habían muerto de forma espontánea. Según su experiencia, el Universo no actuaba de aquel modo.
Los demás también lo notaron, pero sintieron con mayor fuerza el frío intenso y corrieron al Corazón de Oro padeciendo de un ataque agudo de falta de curiosidad.
Ford se quedó a examinar la nave de Blagulon. Al acercarse, casi tropezó con un cuerpo de acero que yacía inerte en el polvo frío.
- ¡Marvin! -exclamó-. ¿Qué estás haciendo?
- No te sientas obligado a reparar en mí, por favor -se oyó una voz monótona y apagada.
- Pero ¿cómo estás, hombre de metal? -inquirió Ford.
- Muy deprimido.
- ¿Qué te pasa?
- No lo sé -dijo Marvin-. Es algo nuevo para mí.
- Pero ¿por qué estás tumbado de bruces en el polvo? -le preguntó Ford, tiritando y poniéndose en cuclillas junto a él.
- Es una manera muy eficaz de sentirse desgraciado -dijo Marvin-. No finjas que quieres charlar conmigo, sé que me odias.
- No, no te odio.
- Sí, me odias, como todo el mundo. Eso forma parte de la configuración del Universo. Sólo tengo que hablar con alguien y enseguida empieza a odiarme. Hasta los robots me odian. Si te limitas a ignorarme, creo que me marcharé.
Se puso en pie de un salto y miró resueltamente en dirección contraria.
- Esa nave me odiaba - dijo en tono desdeñoso, señalando a la nave de la policía.
- ¿Esa nave? -dijo Ford, súbitamente alborotado-. ¿Qué le ha pasado? ¿Lo sabes?
- Me odiaba porque le hablé.
- ¡Que le hablaste! -exclamó Ford-. ¿Qué quieres decir con eso de que le hablaste?
- Algo muy simple. Me aburría mucho y me sentía muy deprimido, así que me acerqué y me conecté a la toma externa del ordenador. Hablé un buen rato con él y le expliqué mi opinión sobre el Universo -dijo Marvin.
- ¿Y qué pasó? -insistió Ford.
- Se suicidó -dijo Marvin, echando a andar con aire majestuoso hacia el Corazón de Oro. (Págs. 187-189)

sábado, 29 de mayo de 2010

¿Fue él? - Stefan Zweig

   En lo que a mí respecta, puedo decir que estoy segura de que él fue el asesino, aunque me falta la última prueba, la irrefutable.
   -Betsy- me dice siempre mi marido-, eres una mujer inteligente, eres aguda y rápida observando, pero te dejas llevar por tu temperamento y a menudo juzgas con demasiada precipitación.
   Al fin y al cabo, mi marido me conoce desde hace treinta y dos años y tal vez, sí, es más que probable que tenga razón en su advertencia. De modo que debo hacer un esfuerzo y dominarme, para ocultar mi sospecha ante todos los demás pues me falta la última prueba. Pero cada vez que me cruzo con él y viene a mi encuentro, leal y complaciente, el corazón se me para. Y una voz interior me dice: él y solo él fue el asesino. (Pág.5)

domingo, 23 de mayo de 2010

El Blog del Inquisidor - Lorenzo Silva

Las personas, según mi teoría, se dividen en dos grandes grupos. Un primer grupo vienen a formarlo los que podemos llamar los contables.
¿Los contables?
Creo que es la palabra que mejor los describe. Son esas personas que siempre llevan la cuenta de todo, tanto en sus actos como en los de los demás. Para ellos todo tiene su contrapartida, y sin ella, carece de sentido. Les gusta que cada peso tenga su contrapeso. Que todo cuadre.
Vale. Deduzco que ése no es mi grupo. Menos mal.
No pienses que se trata de una etiqueta peyorativa. Los contables son personas con rasgos admirables, y capaces de cosas admirables también. Tienen sentido de la justicia, del orden, del equilibrio. Suelen ser fiables, coherentes, eficaces, y esforzarse siempre por corresponder con el bien a los bienes que reciben. No dejarán nunca de pagar una deuda, y nunca se les olvidará lo que prometieron. Son atentos, detallistas: sus madres saben que siempre las felicitarán por su cumpleaños. Tienen capacidad de anticipación, sentido de la estrategia. Por eso saben organizarse y sirven como nadie para organizar a los demás.
Ya veo... ¿Y la cruz?
Como la cara, depende de la persona. Pueden ser intransigentes. Pueden ser también avaros, o codiciosos. Y tienen una cierta propensión al resentimiento. Ellos suelen cumplir lo que se espera de ellos, pero no es difícil que otros no cumplan lo que ellos esperan. Y su sentido de la contrapartida entra aquí en juego de forma implacable.
Me alegro de ser lo otro. Sea lo que sea.
Muy pronto lo dices. Espera y no juzgues tan deprisa. Además, en muchas coyunturas de la vida, ayuda a tener un contable a mano.
Pero serlo...
También. No te precipites, Theresa. Todavía no te he dicho cómo llamo a los del segundo grupo. Al que pertenecemos tú y yo.
A ver, sorpréndeme.
El otro grupo es el de los que llamaremos los pródigos.
Intuyo que la palabra no está escogida al azar.
No. Los pródigos son aquellos que, al revés que los contables, se despreocupan de llevar la cuenta de lo que hacen, y de lo que les hacen. No es una decisión, simplemente carecen de esa capacidad. Pueden muy bien deslumbrar aquí, y fallar completamente allá. Son malos para calcular, para equilibrar, para corresponder. No es que las cosas no les cuadren. Es que se empeñan en descuadrarlas, una y otra vez.
Vaya, ¿y no hay un término medio?
No. Esto es pura lógica binaria. Uno o cero. En cada uno de nosotros predomina uno de los dos: el contable o el pródigo. Y eso no quiere decir que no tengamos rasgos del opuesto, de los que podemos servirnos frente a las vicisitudes cotidianas. Pero en las verdaderas encrucijadas, en las crisis, y en definitiva, allí donde cuenta lo que somos en lo más profundo, nos manifestamos como lo uno o como lo otro.
Creo que lo capto. Tienes razón. Soy pródiga. Y no me molesta.
Claro. Los pródigos tienen, qué duda cabe, una faceta muy atractiva. Pueden ser brillantes, ocurrentes, creativos. También tienden a ser generosos, apasionados, cálidos. Si les pides un pan no se pararán a contar cuántos otros panes les quedan en la despensa. Nunca miden el afecto, la amistad o la compasión. Y nunca se limitarán a cumplir el plan establecido o a seguir la vía marcada. Siempre mirarán hacia los lados. Y lo que allí encuentran no suelen verlo los contables.
¿Pero?
Pero no llevar la cuenta también juega malas pasadas. Por falta de celo, por descuido, pueden llegar a ser muy desconsiderados. No es difícil que se distraigan, y tampoco que dejen de prever lo que deberían haber previsto, exponiéndose y exponiendo a otros a consecuencias desagradables que habrían podido evitar con un poco de cuidado. Pueden arruinarse con facilidad, por sus pocas dotes para administrarse. Y no poco de ellos (todos los pródigos, en realidad, en algún momento de su vida)se comportan de forma incomprensible y temeraria.
Incomprensible y temeraria para los contables, quieres decir.
Y para los propios pródigos, cuando caen en la piscina sin agua.
Lo que me hace pensar en tu confesión...
Por eso quería esperar a hacerla, para responder a tu pregunta. Ahora puedes valorar mejor por qué me convenciste con esa frase.
¿Te convenció eso, el hecho de considerarme una de los tuyos?
Por supuesto. A una contable no habría tenido ningún sentido que le contase mi historia. Me consta que no la habría entendido.
Es posible que no.
Y está en su derecho, además. No somos mejores que ellos. Podemos cosas que ellos no pueden, del mismo modo que ellos pueden cosas que nosotros no podemos. Lo único que hay que hacer es tener cuidado, antes de mezclarse más de la cuenta. No hay nada escrito, ni regla sin excepción: existen situaciones, momentos, incluso se dan a veces circunstancias duraderas en que un pródigo y un contable puden complementarse, prestarse sus respectivos talentos y suplirse sus respectivas carencias. Pero en ciertos órdenes delicados de la vida, a la larga, tienen muchas probabilidades de no hacer buena pareja.
¿Ciertos órdenes delicados de la vida?
Allí donde se cala en lo profundo. Donde inevitablemente surgen cuestiones que unos y otros no vemos ni sentimos del mismo modo.(Págs. 183-187)

martes, 4 de mayo de 2010

Eric Fischl - Escenas Desde el Último Paraiso: Beached


(2007),Óleo sobre lino, Neoexpresionismo-Bad Paingting

Rafael Alberti - La paloma

Se equivocó la paloma
se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur
creyó que el trigo era agua,
se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo
que la noche, la mañana,
se equivocaba,
se equivocaba.

Que las estrellas, rocío
que la calor, la nevada,
se equivocaba,
se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa
que tu corazón, su casa,
se equivocaba,
se equivocaba.

Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.

Creyó que el mar era el cielo
que la noche, la mañana
se equivocaba,
se equivocaba.

Que las estrellas, rocío
que la calor, la nevada,
se equivocaba,
se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa
que tu corazón, su casa,
se equivocaba,
se equivocaba...

martes, 20 de abril de 2010

Habanera De Los Ojos Cerrados - Pasión Vega

He cerrado los ojos...
veo tu playa
como un manto que cubre...
a las murallas
la brisa me ha traído...
dama de noche
y un vigía velando...
desde una torre

Estrellitas dormidas...

sobre las barcas.
un levante travieso
entre las faldas
el beso de las olas
y de las rocas
las eternas gaviotas
siempre tan locas.

Las campanas tan serias

y tan cumplidas
que sin ellas no hay tardes
ni buenos días
Castillos que se hablan
con lunas llenas
y una cigüeña libre
sobre La Pepa

Chiquillo con churretes

Santa María
palmita del viñero
ella te guia
las bombitas que tiran
los fanfarrones
un poeta que quiere salir de pobre.

Ummmmm

Ahhhhhhh
Mi corazón contigo se queda
ahí te lo mando
con la marea ahhhh
En cuando enciende
tu plata fina
ay amor mio
iré enseguida

He cerrado los ojos

veo al lorenzo
copulitas azules
con azulejos
casitas de colores
gracia infinita
vigas con golondrinas
la tía norica

arboles milenarios

el mar enfrente
aunque niña es la vieja
del occidente
los bracitos abiertos
de una atalaya
he cerrado los ojos
veo tu playa

Mmmmmm

ahhhhhh
mi corazón contigo se queda
ahí te lo mando
con la marea
En cuanto enciendas tu plata fina
ay amor mio
iré enseguida.

He cerrado los ojos...

domingo, 11 de abril de 2010

La sombra de mi alma - Federico García Lorca

La sombra de mi alma
huye por un ocaso de alfabetos,
niebla de libros
y palabras. 

¡La sombra de mi alma! 

He llegado a la línea donde cesa
la nostalgia,
y la gota de llanto se transforma
alabastro de espíritu. 

¡La sombra de mi alma!

El copo del dolor
se acaba,
pero queda la razón y la sustancia
de mi viejo mediodía de labios,
de mi viejo mediodía
de miradas. 

Un turbio laberinto
de estrellas ahumadas
enreda mi ilusión
casi marchita. 

¡La sombra de mi alma! 

Y una alucinación
me ordeña las miradas.
Veo la palabra amor
desmoronada. 

¡Ruiseñor mío!
¡Ruiseñor!
¿Aún cantas?

domingo, 4 de abril de 2010

Los ocho meses de Becquett

A buen hambre no hay pan duro

Fibonacci on the stone

Noticias de la Noche - Petros Márkaris

   Cada mañana, a las nueve, nos observamos. Él permanece de pie ante mi escritorio, mirándome fijamente, no a los ojos sino un poco más arriba, justo en medio de la frente. 'Soy un cretino', me dice, aunque no lo expresa con palabras.
   Yo, sentado detrás de la mesa de mi despacho, le clavo la mirada en los ojos, ni más arriba ni más abajo: licencias de rango. 'Sé que eres un cretino', le transmito, aunque tampoco pronuncio ni una palabra y es mi mirada la que habla. Mantenemos esta conversación diez meses al año -con la salvedad de los dos meses correspondientes a nuestras vacaciones- cinco días por semana, de lunes a viernes, sin intercambiar palabra alguna. 'Soy un cretino'. 'Sé que eres un cretino'.
   A cada comisaria le corresponde cierto porcentaje de fracasados. No vas a tener sólo lumbreras, también has de cargar con algunos zoquetes. Zanasis pertenece a la segunda categoría. Entró en la Academia de Oficiales de Policía, pero dejó los estudios colgados. Le costó Dios y ayuda alcanzar el grado de cabo, y con eso se quedó, sin ambición de progresar. Desde su primer día en Jefatura, se cuidó de dejar bien claro que era un cretino, y yo lo valoré en su justa medida. Su franqueza, en efecto, lo libró de misiones difíciles, noches en vela, redadas policiales, persecuciones. Me lo quedé para el despacho. Algún que otro interrogatorio facilito, archivos, contactos con el forense o el ministerio. No obstante, dadas las deficiencias crónicas del personal y las carreras contrarreloj, él se ocupa de recordarme cada día que es un gilipollas, para que no vaya a encontrarse por error en algún coche patrulla.
   Echo un vistazo a mi mesa y no veo el cruasán ni el café. Ésta es su única misión fija: traerme cada mañana el café y el cruasán. Levanto la cabeza y lo miro extrañado.
   -¿Qué ha pasado hoy con mi desayuno, Zanasis? ¿Te has olvidado?
  Cuando entré en el cuerpo desayunábamos rosquillas de pan y limpiábamos la mesa con la mano para quitar las semillas de sésamo, y al otro lado se sentaba algún Dimos o Meños o Lambros: asesinos, rateros o vulgares carteristas.
   Zanasis sonríe.
   -Ha llamado el señor director. Quiere verlo enseguida, y he pensado que se lo traería después.
   Será por lo del albanés. Había estado merodeando por la casa de la pareja que encontramos asesinada el martes al mediodía. Aunque la puerta de la vivienda llevaba abierta toda la mañana, no había entrado nadie. ¿Quién iba a meterse en una chabola sin enlucir, con una ventana sin postigos y la otra tapada con tablas? Ni los ladrones se dignarían a mirarla. Finalmente, en torno al mediodía, una vecina curiosa que se dio cuenta de que la puerta había estado abierta toda la mañana y de la que no había ninguna señal de vida, entró para echar un vistazo. Tardó una hora en llamarnos porque se desmayó. Cuando llegamos nosotros, dos mujeres seguían tratando de calmarla rociándola con agua, como se hace con los pescados para que mantengan su aspecto fresco.(Págs. 9-10)

sábado, 27 de marzo de 2010

Parpadeo - Mario Benedetti

Parpadeo

Esa pared me inhibe lentamente
piedra a piedra me agravia

ya que no tengo tiempo de bajar hasta el mar
y escuchar su siniestra horadante alegría
ya que no tengo tiempo de acumular nostalgias
debajo de aquel pino perforador del cielo
ya que no tengo tiempo de dar la cara al viento
y oxigenar de veras el alma y los pulmones

voy a cerrar los ojos y tapiar los oídos
y verter otro mar sobre mis redes
y enderezar un pino imaginario
y desatar un viento que me arrastre
lejos de las intrigas y las máquinas
lejos de los horarios y los pelmas

pero puertas adentro es un fracaso
este mar que me invento no me moja
no tiene aroma el árbol que levanto
y mi huracán suplente ni siquiera
sirve para barrer mis odios secos. 


domingo, 21 de marzo de 2010

El Proyecto Lázaro - Aleksandar Hemon

Me despertó el sol, abrasándome el pecho. Las ventanillas del Ford Fecal estaban cerradas a cal y canto, me faltaba el aire. El olor a mierda se sumaba el del cigarrillo que Andrity estaba fumando; al contratar sus servicios, se me había olvidado perguntarle si tenía aire acondicionado. Jadeé y resoplé ostensiblemente, pero Andrity no estaba por la labor de hacerme caso, o bien no captó la indirecta; su rostro enfurruñado no daba demasiadas pistas.
   -¿Podríamos abrir un poco la ventanilla? -pregunté al fin en un tono deliberadamente sumiso, no fuera a sentirse ofendido.
   Sin articular palabra, presionó un botón y la ventanilla de mi lado bajó hasta la mitad.
   Sin que viniera a demasiado a cuento, le expliqué que llevaba sangre ucraniana en las venas, como si el hecho de pertenecer en parte al mismo pueblo me hiciera acreedor de más aire. Pero Andrity volvió a apretar aquel botón y la luna subió hasta dejar una rendija de cerca de un centímetro. Sin embargo, seguí adelante. Le hablé de los primos que tenía en Bosnia, Inglaterra, Francia, Australia, Canadá, de mi vida en América, donde había montones de bosnios y ucranianos. Le hablé de las iglesias, charcuterías y cooperativas financieras de los ucranianos de Chicago, en la parte de la ciudad conocida como Aldea Ucraniana. Mi interlocutor aguzó el oído.
   -¿Hay trabajo? -preguntó.
   -Siempre hay trabajo si quieres trabajar -contesté. Le dije que, al poco de llegar, había trabajado como mamarero en el Centro Cultural Ucraniano; que me había dedicado a actualizar la base de datos de un agente inmobiliario; que había impartido clases de inglés. Le aseguré que era muy fácil ganar dinero en América. Quería que pensara que mi vida en Estados Unidos era fruto del trabajo duro y no de una lamentable mezcla de suerte y desesperación.
    Era evidente que Andrity imaginaba su hipotética vida en América: se veía a sí mismo trabajando, ganando y ahorrando dinero, comprándose una casa. Las comisuras de su boca temblaron, apuntando una sonrisa.
    -¿Hay mujeres con las que casarse? -preguntó.
    -Muchas -contesté-. Mi mujer es americana.
   Americana hasta la médula. Me llevaba a los partidos de beisbol y apoyaba el corazón para cantar el himno nacional mientras yo permacecía a su lado, tarareando la melodía. Utilizaba la primera persona del plural patrio cuando hablaba de los Estados Unidos: 'Nunca debimos meternos en Iraq -solía decir-. Somos un país de inmigrantes'. No era raro que se le antojara una hamburguesa con queso. Al cumplir los dieciséis años, George y Rachel le habían regalado un coche. Su rostro franco y jovial siempre me recordaba al inabarcable cielo del Medio Oeste. Tenía por costumbre tratar a los demás con amabilidad y daba por sentado que sus intenciones eran buenas; sonreía a los extraños, le importaba lo que puedieran pensar y sentir. Era vergonzosa; soñaba con aprender una lengua extranjera; quería aportar su granito de arena para cambiar el mundo.
   -Lo que no falta allá son buenas mujeres -añadí. Con una sonrisa de oreja a oreja, Andrity imaginaba una sana y fecunda mujer americana. Luego preguntó con tono sombrío:
   -¿Y los problemas?
   -¿Qué problemas?
   -Si tienes una familia y un hogar, deseas protegerlos. Pero este mundo se ha vuelto loco. Homosexuales, terroristas musulmanes desquiciados, problemas.
   En un intento desesperado por escapar de aquel diálogo, me volví hacia Rora y pregunté:
   -¿Estás durmiendo?
   -Te estoy escuchando -contestó Rora.-Dentro de una semana ya podré expresarme en ucraniano, pero a lo mejor deberías informarle cuanto antes de que yo soy un problema musulmán. (Págs. 139-141)

domingo, 21 de febrero de 2010

Shutter Island - Martin Scorsese

 Este lugar hace que me pregunte 
¿qué sería peor, vivir como un monstruo o morir como un hombre bueno?

jueves, 11 de febrero de 2010

Mayte Martín - Procuro Olvidarte


Procuro olvidarte
siguiendo la ruta de un pájaro herido
procuro alejarme
de aquellos lugares donde nos quisimos
me enredo en amores
sin ganas ni fuerzas por ver si te olvido
y llega la noche,
y de nuevo comprendo que te necesito.

Procuro olvidarte
haciendo en el día mil cosas distintas
procuro olvidarte
pasando y contando las hojas caídas
procuro cansarme
llegar a la noche apenas sin vida
al ver nuestra casa tan sola y callada
no se lo que haria.

Lo que haría porque estuvieras tú
porque siguieras tú conmigo
lo que haría por no sentirme asi
por no vivir así, perdido

Lo que haría porque estuvieras tú
porque siguieras tú conmigo.
lo que haría por no sentirme así,
por no vivir así, perdido...

Procuro olvidarte
siguiendo la ruta de un pájaro herido
procuro alejarme
de aquellos lugares donde nos quisimos
me enredo en amores
sin ganas ni fuerzas por ver si te olvido
y llega la noche,
y de nuevo comprendo que te necesito.

Procuro olvidarte
haciendo en el día mil cosas distintas
procuro olvidarte
pasando y contando las hojas caídas
procuro cansarme
llegar a la noche apenas sin vida
al ver nuestra casa tan sola y callada
no se lo que haria.

Lo que haría porque estuvieras tú
porque siguieras tú conmigo
lo que haría por no sentirme asi
por no vivir así, perdido

Lo que haría porque estuvieras tú
porque siguieras tú conmigo.
lo que haría por no sentirme así,
por no vivir así, perdido...

Stefan Zweig - Carta de una Desconocida

Sólo quiero hablar contigo, decírtelo todo por primera vez. Tendrías que conocer toda mi vida, que siempre fue tuya aunque nunca lo supiste. Pero sólo tú conocerás mi secreto, cuando esté muerta y ya no tengas que darme una respuesta; cuando esto que ahora me sacude con escalofríos sea de verdad el final. En el caso de que siguiera viviendo, rompería esta carta y continuaría en silencio, igual que siempre. Si sostienes esta carta en tus manos, sabrás que una muerta te está explicando aquí su vida, una vida que siempre fue tuya desde la primera hasta la última hora. No te inquietes por mis palabras; una muerta ya no quiere nada, no quiere ni amor ni compasión ni consuelo. Sólo quiero una cosa de ti, que creas todo lo que te confiesa mi dolor, un dolor que sólo busca amparo en ti. Lo único que te pido es eso, que creas todo lo que te cuento: uno no miente en la hora de la muerte de su único hijo. (Pág. 8)