Sólo quiero hablar contigo, decírtelo todo por primera vez. Tendrías que conocer toda mi vida, que siempre fue tuya aunque nunca lo supiste. Pero sólo tú conocerás mi secreto, cuando esté muerta y ya no tengas que darme una respuesta; cuando esto que ahora me sacude con escalofríos sea de verdad el final. En el caso de que siguiera viviendo, rompería esta carta y continuaría en silencio, igual que siempre. Si sostienes esta carta en tus manos, sabrás que una muerta te está explicando aquí su vida, una vida que siempre fue tuya desde la primera hasta la última hora. No te inquietes por mis palabras; una muerta ya no quiere nada, no quiere ni amor ni compasión ni consuelo. Sólo quiero una cosa de ti, que creas todo lo que te confiesa mi dolor, un dolor que sólo busca amparo en ti. Lo único que te pido es eso, que creas todo lo que te cuento: uno no miente en la hora de la muerte de su único hijo. (Pág. 8)
Stefan Zweig es, quizá, mi autor preferido. Hay tantos que me gustan, que me emocionan, que me sacuden. Claro, hay muchísimas lecturas ya en mi vida y es imposible determinar una sola como favorita. Pero si me pidieran lo imposible, serían Zweig y su carta las elegidas.
ResponderEliminarLo cierto Ilona es que la estaba leyendo y todo me resultaba conocido; tras darle muchas vueltas al asunto concluí que debí leer la obra al final de mi adolescencia o en mi primera juventud,15-16 años. Quizás cuando una descubre la grandeza del amor y más vulnerable puede llegar a ser. Sea como fuere debió calar hondo ya que sin reconocer el título de la obra, después de tantos años y tantas lecturas, su contenido es familiar y entrañable. Tú la debes conocer casi al dedillo, o sin casi. Un beso fuerte. :)
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