jueves, 28 de febrero de 2008

Reencuentro

Pasa casi una hora sobre el horario previsto. Apenas he tenido tiempo de arreglarme, solo cambiar la camisa por un negro jersey de vistosa vista.
Espera tranquilo en la acera. Me acercó, le abrazo. Han pasado unos cuantos años. Palabras triviales sobre nuestro aspecto: Te veo igual. Yo a ti también. Estás estupendo. ¿Bueno qué, a dónde vamos? He pensado en un sitio que creo que te gustará. Está aqui al lado. Pues vamos. Vaya mochila que llevas!
Frases obvias que acompañan el minúsculo camino hasta llegar a la cafetería. Plaza de Oriente. La Cafetería vacía multiplica las opciones de acomodarse. El entorno lujoso compite con las estupendas vistas al Palacio y la Plaza, aún siendo de noche.
Te he traido una sobrasada, pero también algo que me hacía ilusión traerte, toma. Tomates¿?Sí, tomates de "ramallet", para que puedas preparar una estupenda cena de "Pà amb oli", con tu familia. Bueno, yo a tí no te he traido nada. (Me cuesta creerlo). Toma, el libro que me encargaste, me lo ha conseguido A. Gracias! F. se pondrá contento, lleva tiempo pidiéndomelo. Bueno, pues yo si te he traido algo más. Un lápiz de mi viaje a París. Mira. Ves¿? puedes hacer un nudo con él. Anda, y dos también. También te he traido el minúsculo esqueleto de un erizo. Es muy delicado. A la menor presión se rompe. Espero que llegue entero a su destino. No te preocupes lo guardaré en mi bolsillo.
Es cierto, no me ha traido nada. Me invita al refresco. Le miro, la camisa limpia de algodón arrugada y la mochila naranja; no se ve mucho esmero. Pasan los pocos minutos que quedan del reencuentro y siento que ha sido casi de compromiso.
Bueno, ya no hay más tiempo. Nos vemos. Sí, en unos años nos vemos.
Ay la ilusión, cómo tropieza y cae, cómo se ve deshecha.

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