miércoles, 20 de febrero de 2008

Gijón en un Costurero

Se me ha caido un botón de la camisa.

Echo mano del costurero guardado en el mueble, debajo de la tele. Una caja de color pajizo y rojo, de trenzado vegetal y forradita de tela en el interior. Ahora que la miro está llena a rebosar: una cinta de metro de costurera, dos pares de tijeras, un alfiletero, un dedal, una aguja de ganchillo y dos cajas redondas de metal. Una guarda una variopinta colección de botones, la otra unos cuantos carretes de hilos. ¡Ah, si! y también una bolsita de plástico transparente llena de minúsculos carretes de mil colores.

Enhebro la aguja, dejo el hilo doble, le hago un nudo y empiezo a coser; mientras voy mirando de reojo el costurero, la cabeza vuela a la inmensa playa de San Lorenzo, Gijón.

Corrían los primeros días de noviembre y habíamos llegado en el tren temprano por la mañana. Había cumplido uno de los sueños que de niña había tenido: pasar la noche en un vagón litera. Habíamos montado en la estación de Atocha con la luna anterior y nos apeamos en Gijón a la mañana siguiente. Un sueño que llevaba latiendo bastantes años... ¡Qué ocasión tan especial!
Fueron días de reencuentro con la tierra que me vió nacer, vista con ojos de una joven mujer.


De aquel viaje quise traer algo cotidiano, algo que usara con frecuencia y que durara mucho tiempo: un costurero. No era el típico recuerdo que uno se trae de un viaje, lo sé, pero aquel fue uno de los que allí vinieron.


Una vez de regreso, ya en la recién estrenada casa, y deshaciendo las maletas, saqué el costurero. Lo contemplé orgullosa mientras le daba la vuelta. Una minúscula pegatina parpadeaba con luz propia: Made in Taiwan. ¡Hay que joderse!

Bueno, pasadas estas décadas, el costurero sigue estando impecable y ha cumplido, y cumple, su misión. Por ende siempre que lo miro veo un tren, una estación, una playa inmensa: veo Gijón.

2 comentarios:

  1. "Made in Taiwan"... jeje, si es que estos chinos están por doquier.

    ¡Que entrañable la historia del costurero!, y que bien contada.

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  2. Esa es la cosa Carliños, hace 22 años que compré ese costurero y por aquel entonces no estaban en todas partes. Al comprarlo pensé que era asturiano, ni por asomo se me llegó a ocurrir... de ahí la sorpresa al llegar a casa. Mirando el lado positivo el costurero sigue casi como nuevo.

    P.S.: Gracias por tus palabras. :)

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