miércoles, 1 de octubre de 2008

Veranillo de San Miguel (I)

La mañana de este lunes de veranillo de San Miguel ha resultado un tanto peculiar.

Mientras hablaba por móvil alardeando de mi buena forma física por poderme agachar para arrancar unas pocas malas hierbas, he descubierto una planta que como ave fénix ha renacido en estos últimos meses de sus cenizas. Y no es que sea planta de temporada, no, es que cuando se tronchó, por accidente, el minúsculo tronco, en vez de arrancarla, me limité a tirar el resto vegetal que yacía inerte sobre la tierra.

Hoy al despejar unos pocos centímetros cuadrados de hojas de otoño ví, entre ocres y marrones, un atractivo verde que me llamó poderosamente la atención. La fina línea roja que perfila sus largas y afiladas hojas me hizo reconocerla en el acto y recordar al mismo tiempo su trágico origen. No pude si no alegrarme de mi inmensa fortuna por encontrar tantas ganas de vida en esta época del año en la que lo propio es morir o aletargarse.

Ante su pequeñez y fragilidad, y en previsión a otro posible accidente, la rodee de piedras para que quedara visiblemente señalada, en ese mar de hojas que volverá a haber mañana, y potencialmente protegida de otra posible pisada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario