jueves, 16 de octubre de 2008

La hisstoria de Natagio Degli Oreste- Sandro Botticelli

1483, Temple sobre tabla (Renacentismo)

Botticelli representó la historia de Nastagio fielmente tomada de la octava novella de la quinta jornada del Decamerón: «El infierno de los amantes crueles». Se trata de la historia de un joven, Nastagio degli Onesti, rechazado por su amada. Ve en el bosque a una mujer perseguida por un jinete, quien la ataca y mata; inmediatamente, ella se levanta y vuelve a repetirse el castigo sin fin. Se trata de fantasmas, de una maldición. Según la leyenda la joven perseguida no atendió a los requerimientos de su pretendiente, de ahí el castigo y la maldición. Nastagio cree que tal aparición puede serle útil y consigue que su desdeñosa amada la vea.Finalmente logra vencer su resistencia y llegar a un matrimonio feliz.

Este es el segundo episodio, de un ciclo de cuatro, que junto con el primero y el tercero, se encuentra en el Museo del Prado, Madrid. El último de los cuadros forma parte de la colección privada del Palacio Pucci, Florencia, aunque casi ningún experto considera que Boticelli participara en él.

Según algunos críticos, el refinado uso de los colores en este cuadro evidencia que lo pintó Boticelli, pero otros creen que las figuras de Nastagio y la mujer son de otro autor, sin embargo el caballo blanco es considerado acaso lo mejor del cuadro y se atribuye al maestro con bastante certeza.

Sea como fuere lo cierto es que desde que visité por primera vez El Prado y siempre que he vuelto, unas cinco o seis veces, acabo parada delante de él sin saber muy bien por qué, porque el tema en sí me resulta bastante desagradable, sin embargo los colores.... ay los colores!!! Y ese caballo, maravilloso caballo de cuya pose no se puede decir que no sea elegante, y la blancura radiante, de pureza, de quien no está envuelto en tan truculenta historia, aunque de algún modo sea partícipe de ella. Está a un lado y más aún que se retiraría de tal tragedia. Y al otro lado del bosque en una posición casi identica está el joven enamorado, igual de despavorido. Y si miramos las copas se rompen en el centro al tiempo que se complementan en la distancia, dando paso a un cielo y un mar lejanos y poco atractivos. Definitivamente ya sé que me atrae tanto del cuadro y no es sólo su colorido si no su simetría. Hasta te dan ganas de contar árboles, y animales de uno y otro lado, y ver si alguna mágica combinación numérica tras él se escondería.

P.S.: Se vino a mi casa, en la última visita, en forma de imán, junto con los fusilamientos de Goya "recién" estrenados.




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