Del Pincel y Del Jardín en su elemento
Periódico en ristra, estuvimos revisando la cartelera. Tras descartar unas cuantas, nos decidimos por una película cuyo título, a priori, prometía. El devenir de los días quiso que tuvieramos que postergar la cita cinéfila. Palomitas en mano, y rodeada de adultos por doquier, los buenos augurios se confirmaban, ya llevaba en cartel dos semanas, era martes, y a las seis de la tarde la sala, de las denominadas pequeñas, estaba relativamente llena.
Buena luz, buenos encuadres, y una atmósfera que desde el primer momento te sumergía en una paz inducida. Planteamiento rápido de la situación, pintor regresa a la casa de su niñez y se encuentra con el jardinero, que sin conocer, ha contratado para que levante un huerto. Reconocimiento inmediato por parte del jardinero y reestablecimiento progresivo de una antigua amistad, caida en el olvido de los años y la vida. Sencilla, viva y amable. De diálogos que rozan constantemente lo tragicómico de lo cotiadiano y que culmina con una exposición pictórica que no deja insensible al espectador. Interpretación magistral tanto por Del Pincel como, principalmente, por Del Jardín.
Periódico en ristra, estuvimos revisando la cartelera. Tras descartar unas cuantas, nos decidimos por una película cuyo título, a priori, prometía. El devenir de los días quiso que tuvieramos que postergar la cita cinéfila. Palomitas en mano, y rodeada de adultos por doquier, los buenos augurios se confirmaban, ya llevaba en cartel dos semanas, era martes, y a las seis de la tarde la sala, de las denominadas pequeñas, estaba relativamente llena.
Buena luz, buenos encuadres, y una atmósfera que desde el primer momento te sumergía en una paz inducida. Planteamiento rápido de la situación, pintor regresa a la casa de su niñez y se encuentra con el jardinero, que sin conocer, ha contratado para que levante un huerto. Reconocimiento inmediato por parte del jardinero y reestablecimiento progresivo de una antigua amistad, caida en el olvido de los años y la vida. Sencilla, viva y amable. De diálogos que rozan constantemente lo tragicómico de lo cotiadiano y que culmina con una exposición pictórica que no deja insensible al espectador. Interpretación magistral tanto por Del Pincel como, principalmente, por Del Jardín.
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