- Sí, pero estoy convencido de que no me habrás hecho venir hasta aquí para hablarme de viejos recuerdos familiares.
- Tienes razón. Llevo varios días preparando lo que voy a decirte, pero ahora que, por fín, te tengo delante, no sé muy bien por dónde empezar. Supongo que has leído algo sobre mí antes de aceptar la invitación. Si es así, ya sabrás, sin duda, que en su día ejercí una gran influencia sobre la industria y el mercado del país. Hoy no soy más que un viejo que va a morir dentro de poco; mira, la muerte tal vez sea un excelente punto de partida para esta conversación.
Mikel le dio un sorbo al café -¡de puchero!- mientras se preguntaba dónde desembocaría la historia.
- Me duelen las caderas y me cuesta dar largos paseos. Algún día tú mismo también comprobarás cómo los viejos se van quedando sin fuerzas. Yo no tengo demencia senil ni estoy obsesionado con la muerte, pero me encuentro ya en esa edad en la que debo aceptar que mi tiempo se está acabando. Llega una hora en la que uno quiere hacer balance de su vida y concluir las cosas que estan a medio terminar. ¿Entiendes lo que te quiero decir?
Mikel asintió. La voz de Henrik Vanger era firme y clara; a Mikel ya le había quedado claro que el anciano hablaba con cordura y no estaba senil.
- Lo que no acabo de entender es qué pinto yo en todo esto -insistió.
- Te he pedido que vengas porque quiero que me ayudes con ese balance final. Me quedan algunas cosas por aclarar.
- ¿Por qué yo? Quiero decir... ¿qué te hace pensar que yo puedo ayudarte?
- Porque cuando empecé a pensar en encontrar a alguien, tu nombre salió en el caso Wennerström. Sabía quién eras. Y quizá también porque te tuve en mis rodillas siendo tú un chavalín. -Hizo un gesto de rechazo con la mano-. No, no me malinterpretes. No cuento con que me ayudes por razones sentimentales. Sólo te estoy explicando por qué tuve el impulso de contactar precisamente contigo.
Mikel se rió amablemente.
- Bueno, me temo que son unas rodillas de las que no me acuerdo muy bien. Pero ¿cómo sabías que era yo? Eso fue a principio de los años sesenta...
-Perdona, no lo has entendido. Os mudasteis a Estocolmo cuando tu padre consiguió un trabajo como jefe de taller de Zarinders Mekaniska, una de las muchas empresas que formaban parte del Grupo Vanger. Fuí yo quién le recomendó para el puesto. No tenía formación, pero yo sabía que valía mucho. Me encontré con él varias veces a lo largo de los años, cuando yo iba a Zarinders por algún asunto. Tal vez no fuéramos íntimos amigos, pero siempre hablábamos. La última vez que le ví fue un año antes de morir; entonces me contó que te habían aceptado en la Escuela Superior de Periodismo. Estaba muy orgulloso. Luego, poco después, te hiciste famoso con lo de aquella banda de atracadores y el apodo Kalle Blomkvist. Durante todos estos años he seguido tu trayectoria profesional y he leído muchos de tus artículos. La verdad es que leo Millenium bastante amenudo.
- Vale, de acuerdo. Pero ¿qué es exactamente lo que quieres que yo haga?
Henrik Vanger bajó la mirada durante un breve momento; luego tomó un sorbo de café, como si necesitara un descanso antes de abordar el verdadero asunto.
- Mikel, ante todo me gustaría hacer un trato contigo. Quiero que hagas dos cosas. Una es el pretexto y la otra el verdadero motivo.
- ¿Qué tipo de trato?
- Te voy a contar una historia en dos partes. La primera parte versa sobre la familia Vanger. Es el pretexto. Es una historia larga y oscura, pero intentaré atenderme a la verdad sin maquillarla. La segunda parte aborda el asunto en sí. Creo que en ciertos momentos mis palabras te parecerán... una locura. Lo que te pido es que me prestes atención hasta el final, que escuches lo que quiero que hagas y lo que te ofrezco a cambio antes de decidir si aceptas el encargo o no. (págs. 103-105)
¡Este liro lo tengo pedido en la biblioteca! No sabes la cara que me puso el bibliotecario (hombre) cuando leyó el título, le salió una risita así como de "pobre mujer, lo mal que le irá en el matrimonio...". Es que el título en neerlandés es mucho más ambiguo que en español, se puede interpretar como "Hombres a los que no les gustan las mujeres". En fin. :-)
ResponderEliminarjejeje! Lo cierto es que no les gustan, no; aunque hay uno que... pero no te cuento nada más.
ResponderEliminarEs una novela estupenda, tiene más de 660 págs. pero se lee de un tirón (bueno en tres)y si no fuera por el tamaño y peso, te diría que es ideal para llevar a la playa; en todo caso es una lectura para evadirse y divertirse. :)