domingo, 27 de agosto de 2006

Orgullo y Prejuicio


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_ Tal vez sea mejor en este caso, poder escapar a la curiosidad de las gentes; pero a veces es malo ser tan reservada. Si una mujer disimula su afecto al objeto del mismo, puede perder la oportunidad de conquistarle; y entonces es un pobre consuelo pensar que los demás están en la misma ignoracia. Hay tanto de gratitud y vanidad en los cariños que no es conveniente dejarlos a la deriva.

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_ ¿Acostumbra usted a hablar mientras baila?
_ Algunas veces. Es preciso hablar un poco, ¿no cree? Sería extraño estar juntos durante media hora y no decir ni una palabra. Pero en atención a algunos, hay que llevar la conversación de modo que no se vean obligados a decir más de lo preciso.
_ ¿Se refiere a usted misma o lo dice por mi?
_ Por los dos, pues he encontrado un gran parecido en nuestra forma de ser. Los dos somos insociables, taciturnos y enemigos de hablar, a menos que esperemos decir algo que deslumbre a todos los presentes y pase a la posteridad con todo el brillo de un proverbio.
_ Estoy seguro de que usted no es así. En cuanto a mí, no sabría decirlo. Usted sin duda, cree que me ha hecho un fiel retrato.
_ No puedo juzgar mi propia obra.
Jane Austen

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