domingo, 15 de febrero de 2015

El marciano - Andy Weir

1

ENTRADA DE DIARIO: SOL 6

Estoy bien jodido.
Esa es mi considerada opinión.
Jodido.
Llevo seis días de lo que deberían ser los dos meses más extraordinarios de mi vida y que se han convertido en una pesadilla.
Ni siquiera sé quién leerá esto. Supongo que alguien lo encontrará, tarde o temprano. Tal vez dentro de cien años.
Para que conste: yo no fallecí en sol 6. Desde luego, el resto de la tripulación así lo cree y no puedo culparlos. Tal vez habrá un día de duelo nacional por mí y en mi página de la Wikipedia pondrá: «Mark Watney es el único ser humano que ha muerto en Marte.»
Y será cierto, con toda probabilidad. Porque seguramente moriré aquí, pero no lo habré hecho en sol 6 ni cuando todos creen.
Vamos a ver, ¿por dónde empiezo?
El Programa Ares. El intento de la humanidad de llegar a Marte, de enviar gente a otro planeta por primera vez y expandir los horizontes de la humanidad y bla, bla, bla. La tripulación de la misión Ares 1 cumplió su cometido y todos regresaron como héroes. Hubo desfiles y fueron recompensados con la fama y el amor del mundo.
La de la misión Ares 2 consiguió lo mismo en un lugar diferente de Marte. Recibieron un firme apretón de manos y una taza de café caliente cuando llegaron a casa.
La de la misión Ares 3... Bueno, esa era mi misión; vale, no mía per se. La comandante Lewis era quien estaba al mando. Yo solo era un miembro de la tripulación. El de menor graduación, de hecho. Solo habría estado «al mando» de la misión de haber sido el último que quedara.
Mira por donde, estoy al mando.
Me pregunto si recuperarán esta bitácora antes de que el resto de miembros de la tripulación mueran de viejos. Supongo que volverán a la Tierra sanos y salvos. Chicos, si estáis leyendo esto: no fue culpa vuestra. Hicisteis lo que teníais que hacer. En vuestra situación, yo habría hecho lo mismo. No os culpo, y me alegro de que sobrevivierais.


Supongo que debería explicar cómo funcionan las misiones a Marte para cualquier profano en la materia que pueda estar leyendo esto. Llegamos a la órbita de la Tierra del modo habitual, en viaje ordinario hasta la Hermes. Todas las misiones Ares utilizan la Hermes para ir a Marte y volver. Es realmente grande y costó un montón, así que la NASA solo construyó una.
Una vez llegados a la Hermes, cuatro misiones adicionales no tripuladas nos trajeron combustible y víveres mientras nos preparábamos para el viaje. Cuando estuvo todo listo, partimos hacia Marte. No íbamos muy deprisa. Atrás quedaron los días de quemar cantidades ingentes de combustible químico y de las órbitas de inyección transmarcianas.
La Hermes está propulsada por motores iónicos. Expulsan argón por la parte posterior de la nave a mucha velocidad para conseguir una pequeña cantidad de aceleración. La cuestión es que no precisa tanta masa reactiva, así que un poco de argón (y un reactor nuclear para dar potencia) nos permitió acelerar de forma constante hasta aquí. Te asombraría la velocidad que puedes alcanzar con una pequeña aceleración durante un período prolongado.
Podría obsequiaros con historias sobre lo mucho que nos divertimos en el viaje, pero no lo haré. No me siento con ganas de revivirlo ahora mismo. Baste con decir que llegamos a la órbita de Marte ciento veinticuatro días después de despegar sin estrangularnos unos a otros.
Desde allí tomamos el VDM (vehículo de descenso a Marte) hasta la superficie. El VDM es básicamente una lata grande con algunos propulsores ligeros y paracaídas. Su único propósito consiste en llevar a seis humanos de la órbita de Marte a la superficie sin matar a ninguno.
Y ahora llegamos al gran truco de la exploración de Marte: mandar todo lo necesario por anticipado.
Un total de catorce misiones no tripuladas depositaron todo lo que necesitaríamos durante las operaciones de superficie. La NASA hizo todo lo posible para que todas las naves de suministros aterrizaran aproximadamente en la misma zona, y su trabajo fue razonablemente bueno. El material no es ni de lejos tan frágil como los seres humanos y puede impactar en el suelo con mucha fuerza, aunque tiende a rebotar mucho.
Naturalmente, no nos enviaron a Marte hasta que confirmaron que todos los suministros habían llegado a la superficie y sus contenedores estaban intactos. De principio a fin, contando las misiones de suministro, una misión a Marte dura unos tres años. De hecho, ya había material de la misión Ares 3 en camino cuando la tripulación de la Ares 2 todavía estaba regresando a casa.
El elemento más importante de los suministros de avanzadilla, por supuesto, era el VAM. El vehículo de ascenso desde Marte. En él volveríamos a la Hermes una vez terminadas las operaciones de superficie. El VAM aterrizó con suavidad (a diferencia del festival de rebotes de los otros suministros). Por supuesto, se mantenía en comunicación constante con Houston, y si hubiera tenido problemas, habríamos pasado de largo Marte y proseguido sin siquiera pisar su superficie.
El VAM está muy bien. Resulta que gracias a una serie de reacciones químicas con la atmósfera marciana, por cada kilogramo de hidrógeno que traes a Marte puedes producir trece kilos de combustible. Es un proceso lento, eso sí. Hacen falta veinticuatro meses para llenar el depósito. Por eso lo mandan mucho antes de que lleguemos aquí.
Puedes imaginar el disgusto que me llevé cuando descubrí que el VAM ya no estaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario