jueves, 23 de septiembre de 2010

Beckett & Compañía o La explanada de las lenguas

Cuenta la leyenda que cuando el rey Jaime I de Mallorca, allá por el 1229, habiendo desembarcado y conquistado esta zona de la isla, tras tomar una cena sencilla consistente en pan de ajo, declaró satisfecho: 'Ja hem ben dinat' -que traducido al castellano quiere decir "ya hemos comido bien"-Sin duda estaba pensando que aquel ágape tan humilde, en tierra recién conquistada, le sabía a gloria bendita. Pues como iba diciendo, de ahí viene el topónimo de Bendinat. Muy posteriormente, ya en el s. XIX, se construyó un castillo que se quedó con el nombre y,  que bien conservado, en la actualidad se ve  desde la autopista de poniente.
Sea como fuere, hasta hace unos años, había en esta zona costera una amplia área militar. Quien conozca la isla sabe bien que es, urbanísticamente hablando, una perita en dulce, pues se encuentra en uno de los enclaves más cotizados. A raíz de cierta desmilitarización, el lugar  se ha convertido, a la par, en tierra de nadie y en tierra de todos. Se da la circunstancia de que los dueños de canes aprovechamos el pequeño bosquecillo abandonado para que nuestras mascotas deambulen, olisqueen y demás '-en' con entera libertad. 
Aquí es donde se haya la por mi llamada 'explanada de las lenguas', ya que coincidimos seres con una gran diversidad de ellas: las que puedan usar las diferentes razas caninas y las de sus propietarios. De ahí que se pueda gozar de imágenes tan preciosas como las que he puesto en esta entrada del blog. Son estas mascotas las que, a su vez, promueven la socialización de sus dueños -y no a la inversa-, pues ellas son el motivo de semejante encuentro. 
Aqui la lengua española se escucha a su vez con acentos tan dispares como el alemán, el francés, el inglés, el italiano, el latinoamericano, y seguro que algunas más que ahora no recuerdo.
Las tomas pertenecen al fotógrafo J.Gallardo quien muy amablemente las ha compartido con algunos de estos 'lenguados'.

***
P.S.: Lenguado: dícese de aquel que se deja sociabilizar -gracias a su mascota- mediante el uso de la lengua en la explanada de dicho nombre.

El Consuelo - Anna Gavalda

 Cuando Anouk estuvo de nuevo al fresco, Alexis se acercó a la fosa, se quedó parado, bajó la cabeza y...
-¿Le importa apartarse, señor? -lo turbaron.
-¿Cómo?
-Mire, es que ahora ya sí que tenemos la hora pegada... Así que vamos a meter el otro ahora mismo, y así podrá recogerse luego...
-¿El otro qué? -se sorprendió Alexis.
-Pues... el otro...

Alexis se dio la vuelta, descubrió un segundo ataúd apoyado sobre unos caballetes junto a la familia Vanneston-Marchanboeuf, volvió a dar un respingo y captó la sonrisa de su amigo.
-¿Qué... quién es?
-Vamos... Haz un esfuerzo... ¿Es que no ves las boas y los lazos rosas en las asas?

Alexis se derrumbó, y tardó mucho en consolarlo de esa sorpresa.
-¿Có... cómo lo has hecho? -tartamudeó, mientras los profesionales guardaban su material.
-Lo compré.
-¿Eh?
-Para empezar recordaba muy bien su nombre. También es que le he dado bastante al coco estos últimos meses... Luego fui a ver a su sobrino y lo compré.
-No te entiendo.
-No hay nada que entender. Estábamos sentados bebiendo una copa, hablando; el normando no estaba de acuerdo, se le hacía raro, decía, y a mí me hacía gracia que esta gente que se había metido tanto con él cuando estaba vivo se mostrara de pronto tan delicada con sus restos mortales... Entonces me puse a la altura de su zafiedad y saqué el talonario.
'Fue muy fuerte, Alex... Fue grandioso. Fue como en un relato de Maupassant... El idiota del sobrino trataba de envolverse en esa burda estupidez que le hacía las veces de dignidad, pero al cabo de un rato su mujer intervino y le dijo:'Hombre, Jeannot... Tendríamos que cambiar la caldera... ¿Y qué más da que el Maurice descanse ahí o en otro sitio, eh? Total, los sacramentos los ha recibido ya... ¿Eh?' Los sacramentos... ¿No te parece sublime? Entonces pregunté cuánto costaba una caldera nueva. Me dijeron una cantidad, y yo la copié en el talón sin decir ni mu. ¡A ese precio, me parece que estoy calentando la región entera!
Alexis se lo estaba pasando pipa.
-Espera, que ahora viene lo mejor... Lo había rellenado todo bien, el talón, la fecha, el lugar, pero justo cuando estaba a punto de firmar, levanté el bolígrafo:
'Les diré una cosa... visto lo que esto me cuesta, necesito al menos...',  largo silencio... 'seis fotos'.
'¿Cómo?'
'Quiero seis fotos de Nou.. de Maurice', repetí.
'Las seis fotos o no hay trato.'
'Tendrías que haber visto el jaleo que se armó en un momento... ¡Sólo encontraba tres! ¡Había que llamar a la tía Fulanita! ¡Que sólo tenía una! ¡Pero puede que la Bernadette también tenga alguna! ¡Y el hijo se fue a toda pastilla donde la Bernadette! Y mientras tanto, los demás registraron todos los álbumes poniéndose nerviosos con el papel de calco. Ah... Qué bueno... Por una vez era yo el que le ofrecía un show a Nounou... Bueno, total, que esto...
Se sacó un sobre del bolsillo.
-Aquí están... Verás qué lindo sale... Por supuesto, en la que mejor se lo reconoce es en la que sale de bebé, y en bolas, sobre una piel de fiera... ¡Sí, sí, ahí se ve que está en su salsa!

Alexis las pasaba una tras otra sonriendo.
-¿No quieres alguna?
-No... Quédatelas...
-¿Por qué?
-Es tu única familia...
-...
-Y la de Anouk también, de hecho... Por eso fui a buscarlo...
-No... -dijo Alexis-, no sé qué decirte, Charles...
-No digas nada. Lo he hecho por mí. (Págs.618-621)

viernes, 10 de septiembre de 2010

'Vivo sin vivir en mí' en el Amor Místico de Santa Teresa y las 24 Rosas de Diana Navarro

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti,
para merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.






Vivo...

Vivo sin vivir en mí

y tan viva yo te espero,

que muero porque no muero.

Toma, yo te doy mi corazón,

te lo entrego prisionero.

No quiero querer,

pero quiero y te quiero...

Veinticuatro rosas heridas de ti...

¡Es tan dulce el amor que te doy...!

Son veinticuatro latidos de más

cuando sé que te vas

cruzando el espacio, despacio...

¡Ay, ay amor cómo me picas!

Esos ojos me complican

y me muero sin saber que muero...

Toma, yo te doy mi corazón,

te lo entrego prisionero.

No quiero querer,

pero quiero y te quiero..

sábado, 4 de septiembre de 2010

Total khéops - Jean-Claude Izzo

Mavros llegó veinte minutos después de mi llamada. Era la única solución que me había quedado. Llamarle. Que cogiera el relevo. Confiarle a Dris y Karine. No estaba durmiendo, estaba viendo una película de video: Apocalypse Now, de Coppola. Creo que ya era la cuarta vez. Esta película le subyugaba, y no la entendía. Me acordaba de la canción de los Doors. The End.


Era siempre el final anunciado el que se cernía sobre nosotros. Bastaba con abrir los periódicos por la página de internacional o de sucesos. No hacían falta armas nucleares. Nos mataríamos los unos a los otros con un salvajismo prehistórico. No éramos más que dinosaurios, y lo peor es que lo sabíamos.


Mavros no dudó ni un segundo. Por Dris hacía lo que fuera. Había querido a aquel chaval desde que se lo presenté. Estas cosas eran inexplicables. Tanto como lo es la atracción amorosa, que te hace desear a un ser más que a otro. Metería a Dris en un ring. Le haría pegarse. Le haría pensar. Pensar en el puño izquierdo, en el derecho. En estirar el brazo. Le haría hablar. De él, de la madre a la que no había conocido, de Leila. De Toni. Hasta que arreglara cuentas con lo que había hecho por amor y por odio. No se puede vivir con odio. Boxear tampoco. Había ciertas reglas. A menudo injustas. Muy a menudo. Pero respetarlas permitía salvar el pellejo. Y en este jodido mundo, seguir vivo, con todo, era la cosa más bella. (Pág. 260)