miércoles, 5 de noviembre de 2008

La muerte de Amalia Sacerdote - Andrea Camilleri (La Maestría del Diálogo)

- Precisamente. Y Amalia se fue a un apartamento cuyo alquiler pagaba su amante, el propietario de aquel coche de lujo que vieron los Lo Curto. Y después no sólo le dio dinero para comprar la casa. Me consta que la cuenta bancaria de Amalia era gorda. Cuando salía con Stefania y Serena, era siempre ella la que pagaba.

- Me parece que si Lo Bue logra conocer estos nuevos elementos, descubrirá en seguida al verdadero asesino.

- Seguro que descubre al asesino. Que sea el de verdad es otro cantar.

Se había hecho traer los habituales espaguetis con sepias en su tinta y había empezado a comer. Michele, que había terminado el primero, decidió no pedir nada más y, por precaución, se desplazó diez centímetros hacia atrás con la silla.
Sólo entonces captó el sentido de las últimas palabras de Lamantia.

- Perdona, no he entendido bien. ¿Qué me estás diciendo?

- ¿Respecto a qué?

- Esta historia del verdadero asesino. No la he entendido.

El otro levantó la cabeza del plato y lo miró a los ojos.

- Michè, no te entiendo.

-¿Qué quieres entender?

- Si eres o te haces.

- Te aseguro que no...

Gabriele siguió mirándolo un momento en silencio. Luego dijo:

- Ya veo que eres sincero.

- Gracias.

-¿Sabes qué eres?

- ¿Ahora te haces el filósofo?

- Ni soñar. Pensaba que eras, yo qué sé, un mayor, un coronel, un oficial del estado mayor y, en cambio, sólo eres un soldado raso..

- Gabriè, ¿quieres hacerte entender?

- Michè, mientras la batalla está en curso, ¿qué hace un soldado raso que se encuentra en primera línea? Combate, obedeciendo las órdenes que le dan. Pero no entiende nada ni sabe nada de la estrategia general del mando supremo, sólo sabe que con sus compañeros debe conquistar una determinada colina e intenta hacerlo. Así eres tú. Has hecho lo que te han dicho y ...

- Vuelvo a repetirte: no entiendo nada.

- Entonces te digo algo y veremos si llegas por tu cuenta. ¿Sabes cuándo he comenzado a entender que había algo podrido en Dinamarca, como dice Hamlet? Cuando empezó el vals.

-¿Qué vals?

- El de los abogados. ¡No me dirás que tampoco te has dado cuenta de eso!

- No, había algo de los abogados que no me cuadraba. (págs. 164-166)

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