jueves, 8 de diciembre de 2005

"La Campana de Cristal", Sylvia Plath




"Me veía sentada en la bifurcación de aquella higuera, muerta de hambre, sólo porque no podía decidir qué higo escoger. Los quería todos y cada uno, pero elegir uno significaba perder el resto y, sentada allí, incapaz de escoger, los higos (…) uno a uno caían silenciosamente al suelo, a mis pies".


"Debe haber unas cuantas cosas que un baño caliente no pueda curar, pero yo no conozco muchas: siempre que estoy triste hasta morir, o tan nerviosa que no puedo dormir, o enamorada de alguien a quien no veré en una semana, me deprimo, pero sólo hasta el punto en que me digo: Tomaré un baño caliente.
Medito en el baño. El agua tiene que estar bien caliente, tan caliente que apenas soporte tener el pie dentro. Entonces uno se desliza suavemente hasta que el agua le llega al cuello.
Recuerdo todos los hechos que habia sobre cada una de las bañeras en que me he estirado. Recuerdo las texturas de los lechos y las grietas y los colores y las manchas de humedad y la disposición de las luces. Recuerdo también las bañeras: las bañeras antiguas, con patas como garras, y las modernas bañeras en forma de ataud, y las bañeras de mármol rosado de imitación, que semejaban estanques interiores de lirios, y recuerdo las formas y los tamaños de los distintos grifos y soportes para el jabón.
Nunca me siento tan yo misma como cuando tomo un baño caliente.
Me tendí en aquella bañera, en la planta diecisiete de aquel hotel sólo-para-mujeres, muy por encima del ajetreo neoyorquino, durante casi una hora, y sentí como volvía a ser pura."

1 comentario:

  1. Muy lindo tu blog, no lo he terminado de leer por falta de tiempo. Seguiré luego.
    Un abrazo desde Chile.

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