lunes, 26 de enero de 2009

En la tierra de las picas

En la tierra de las picas, en la tierra de las lanzas, a cada paso que doy, la historia me acompaña. Es una ciudad pequeña, está en tierra lejana, lejana para lo que yo quisiera, de mil maneras, en mil mañanas.
*
Cuándo de mi Málaga vengo, de mi manzanilla harta, con su pescaito frito, con su camarón de guardia, y me enfrento a esta niebla, a este pollo con arroz, suena a guasa, que una lágrima me baste para calmar mi añoranza.
*
Subida en mi bicicleta, con el frío entre las nalgas, llega al calor de mi oído canciones de allí grabadas. El pedaleo acelero cuando los sones que siento me calan aún más que el tiempo. Y es al tatarearlos o al cantarlos al viento, cuando mi pecho se ensancha,
olvidando mi destierro.



jueves, 22 de enero de 2009

Gacela de un amor imprevisto- Mayte Martín Vs García Lorca



GACELA DEL AMOR IMPREVISTO

Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.

Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu frente,
mientras que yo enlazaba cuatro noches
tu cintura, enemiga de la nieve.

Entre yeso y jazmines, tu mirada
era un pálido ramo de simientes.
Yo busqué, para darte, por mi pecho
las letras de marfil que dicen siempre.

Siempre, siempre: jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de tus venas en mi boca,
tu boca ya sin luz para mi muerte.

miércoles, 21 de enero de 2009

Casi al final del camino

Dejas atrás la autopista mediante una curva de casi trescientos sesenta grados que te obliga a ir en tercera. Emprendes una pequeña recta empinada que transcurre bajo un túnel y cuya desembocadura alumbra en un bosquecillo a la izquierda y un amplio panorama sobre la Bahía de Palma de frente y a la derecha. A lo lejos, en días claros, se puede vislumbrar la silueta de Cura, montaña mágica de Ramon Llull por excelencia. A unos pocos metros y en bajada te encuentras con una amplia rotonda, plantada con tres pinos jóvenes y alfombrada de verde césped. Tomas la desviación a la derecha y llegas a la antigua carretera de Andraitx, a unos pocos metros te encuentras dos urbanizaciones, entre las cuales discurre ya la tranquila calle que te lleva hasta el antiguo hotel Bendinat. Una vez allí, debes girar a la derecha para emprender la bajada hasta la calita, pero antes de llegar, hay que zizaguear unas cuantas veces entre chalets y hoteles. Una pequeña porción de agua turquesa e imbatibles rocas te esperan en el nacimiento de la rúa.
Hoy al llegar a ese lugar, casi al final del camino, ante un mar siempre esplendoroso y sorprendente, me he detenido con el coche brevemente para recrearme en él. A la izquierda, algo inquietante, ajeno y reciente ha llamado poderosamente mi atención. Una soga de unos tres metros que atada a la rama de un pino caía deshilachada directamente sobre la superficie marina, unos metros por debajo de ella. Un negro pensamiento me alcanzó provocándome un frío temblor. El resto de la ruta terminó con una insana sensación.

viernes, 16 de enero de 2009

El Chino - Henning Mankell

Después , ambas fueron miembros del grupo de izquierda radical conocido como Los Rebeldes y, durante varios meses de actividad febril, vivieron en una secta cuyos pilares eran una autocrítica brutal y el dogmatismo de la confianza en las interpretaciones que Mao Zedong hacía de las teorías de la revolución, Se distinguieron de todas las demas alternativas de izquierda, a las que miraban con desprecio. Destruyeron sus discos de música clásica, limpiaron sus estanterías y llevaron una vida que emulaba la de la guardia roja que Mao había movilizado en China.

Karin le preguntó si recordaba el famoso viaje a Tylösand, adonde fueron a bañarse. Sí, claro que lo recordaba. Habían celebrado una reunión con la célula a la que pertenecían. El camarada Moses Holm, que estudió medicina, aunque perdió la licencia por abuso y prescripción de narcóticos, presentó la propuesta de ''infiltrarse en el nido de serpientes burgués que se pasaba el verano bañándose y tomando el sol en Tylösand''. Tras una larga discusión se aceptó la propuesta y se diseñó una estrategia. Al domingo siguiente, un día de primeros de julio, diecinueve camaradas partieron en autobús en dirección a Halmstad, hacia Tylösand. Encabezado por un retrato de Mao y rodeado de banderas rojas, el grupo inició la marcha hasta la playa, ante el asombro de los veraneantes. Recitando divisas y blandiendo el pequeño libro rojo, se adentraron en el agua con la fotografía de Mao. Después se congregaron en la orilla cantando El este es rojo, condenaron la Suecia fascista en un breve discurso y exhortaron a los trabajadores que tomaban el sol a tomar las armas y prepararse para la revolución que no tardaría en llegar. Finalmente regresaron a casa, donde dedicaron varios días a valorar ''el ataque'' en la playa de Tylösand.
-¿Qué es lo que mejor recuerdas tú? -quiso saber Karin.
- A Moses. Aseguraba que nuestra entrada en Tylösand quedaría escrita en la futura historia de la revolución.
-Yo recuerdo lo fría que estaba el agua. (pág.241)

lunes, 12 de enero de 2009

Vecinas

En actitud recogida y silenciosa, abierta a mil pensamientos miro a la persona que hay delante de mí. Pelo blanco y escaso, peinado de peluquería, deja traslucir una nuca sonrosada y desprotegida. Viste de riguroso gris un abrigo impecable que encaja a la perfección en su menuda figura: se la ve elegante. La muleta, cuidadosamente apoyada en el suelo, incrementa la sensación de fragilidad que pudiera tener de ella. Sin embargo solo un pequeño bolso negro, dejado a un palmo de ella, le acompaña en esta hora funesta. Sigue el rito de la misa y los demás con ella.

Miro a mi madre de reojo, está absorta en la misa; guarda silencio, no cuchichea. A saber qué pensamientos se adueñan de ella. Tal vez esté recordando momentos comunes con la sra. María. Las veces que bajaba, en busca de compañía. Las veces que se quedaba a compartir la comida. Las veces que le encargaba la barra de pan del día. Las veces que en la puerta de la finca a charlar se detenían. O aquella otra vez, en que tras aporrear la puerta, mi madre bajó angustiada y deprisa en busca de Antonia, la otra vecina, que tenía a su vez una llave de la casa de la sra. María. Cuando al subir de nuevo y abrir la puerta el grito en el cielo pusieron ante lo que ellas tenían. "Llamemos a una ambulancia"."Rápidamente, enseguida". Y mientras llega, la abrigan, la sangre le limpian, pues esta en el suelo indefensa, caída. Meses tardó en recuperarse, ya no fue la mísma; aún así, en sus posibilidades, siguió frecuentando a sus dos buenas vecinas. Su casa se le antojaba tremendamente enorme, sepulcralmente vacía.

Se acaba la ceremonia, damos el pésame a su hija y al abrazarla mi madre, serena, a la oreja le explica: "Muchas gracias Vicenta, sé lo qué hiciste por ella y lo mucho que te quería". Apretamos un par de manos, y hacia la salida vamos, en fila india. Oigo el sonido quedo del llanto de mi madre, y mientras la abrazo se justifica diciendome, por si no lo sabía, que la quería mucho, a la sra. María, y eran muchos los recuerdos que de ella tenía. En la propia iglesia Antonia nos alcanza, también viene llorando a lágrima viva: "Es que no era sólo una vecina. Con 92 años y lo bien que se conservaba. ¡Ay que ver! un triste resfriado, y en quince días, se la llevó arriba".

Y mientras volvemos andando a casa en la noche fría, pienso no por última vez en la sra. María y en la gran suerte que tuvo de contar con estas dos buenas vecinas.


sábado, 10 de enero de 2009

Telón para la Navidad

Me enfrento a él con pose concentrada, hay que ir descolgando por orden los accesorios que lo conforman. Empezaremos por las figuritas chinas, esas que ya tienen más de veinte años. Qué buen resultado dieron, compradas en una tienda de las que entonces se llamaban "todo a cien" han dado un resultado estupendo, quien lo hubiera dicho. Después vienen las bolas. Hagamoslo con orden, primero las rojas (las más numerosas) luego las blancas. Y ya por último las cien bombillitas de colores. Esas si que se las traen. Díficiles de colocar, difíciles de quitar. Una tarea que requiere paciencia y algunos resoplidos, porque se enredan entre sí muy fácilmente. Y luego viene lo peor: meterlas en la caja con base de corcho blanco, con las cien muescas correspondientes. Primero las dejo estiradas en el suelo, desenredadas, me siento en una silla y con el primer suspiro coloco en su sitio la primera bombilla, ésta es de color verde. Sigo el recorrido serpenteante de la plantilla colocando luces y apretujando cable retorcido. Ya llevo una cara, ahora toca ir a por la segunda mitad. Requiere una concentración suma dar la vuelta a la plantilla con las cincuenta primeras bombillitas ya colocadas. Contengo el aliento. lo conseguí!!!! Ya estan todas en su sitio, ahora solo falta meterlas en la caja. Es la última prueba y mientras la realizo rezo una plegaria. Esa tristeza que poco a poco me ha ido invadiendo mientras desmontaba el árbol, de pronto ha desaparecido, pues vino L. diciendo que ella se encargaba del Belén y F. asomó con una escoba y una pala para recoger las agujas que del pino habían caido. De pronto estabamos los tres desmontando lo que a finales de diciembre con tanta impaciencia habíamos estado adornando. Telón para la Navidad, mucho más alegre con tres que con uno.